No hay cualidad más incontestable en el futbol que la contundencia ofensiva, de nuevo el factor determinante al que se agarró el Atlético de Madrid contra el Betis, al que doblegó de una forma inesperada y repentina por 1-0. Andrés Guardado fue titular por el conjunto bético; mientras que su compañero Diego Lainez y el rojiblanco Héctor Herrera se quedaron en la banca.
Aún estará dándole vueltas el conjunto verdiblanco a la derrota, con un evidente problema de gol. Porque el partido era suyo, sin más duda que el marcador. Con un hombre más durante más de media hora, por la imprudente entrada y expulsión de Mario Hermoso, también mejor casi siempre en el once contra once, con ocasiones suficientes y con el equipo rojiblanco atrincherado, pero jamás vencido. Lo demostró con el suspenso del VAR, que ya le había anulado dos goles.
Sin embargo, el equipo verdiblanco había logrado desconectar al Atlético, asustado ante tal panorama, necesitado de algún reajuste, sometido por su oponente. Le hizo dudar como casi nadie lo ha hecho hasta ahora desde la reanudación del torneo, porque no se sentía seguro atrás ni expresivo adelante.
Hasta el punto de que el Betis, que a la hora del duelo había tirado el doble de veces, no tomó ventaja en el inicio del segundo tiempo porque Loren falló lo que casi nunca se falla. Su definición, con todo a favor, solo ante Jan Oblak, beneficiado por una carambola entre Thomas y Savic, fue la peor posible. Ni dirección a portería tomó su balón picado frente a la dimensión del portero.
Una invitación al replanteamiento inmediato de Diego Simeone, que agitó su equipo: Diego Costa, Vitolo y Carrasco, adentro; Morata, Saúl y Llorente, fuera. Era el minuto 54. Mario Hermoso fue expulsado instantes después por una patada al omnipresente Loren. Su única intención era derribarlo por detrás. No había opción de balón; pero, con un cabezazo de Diego Costa en inferioridad numérica al 74' remató el pase a la Champions League.