Cuando era niña le pidió una moneda a su mamá para comprar un balón y la respuesta fue tan dura como contundente: "¡Tú eres mujer, Marta!". Su destino parecía sellado por doña Tereza da Silva. Si quería salir de casa lo haría casada o como una empleada doméstica. El futbol no tenía lugar.
Marta Vieira amaba patear una pelota y quería ser profesional, pero en su país las reglas no escritas decían que por ser mujer era imposible que lo lograra.
“Nadie aceptaba que una niña corriera detrás de la pelota entre niños. Ellos eran más fuertes, pero aun así ella destacaba", recuerda su profesor de gimnasia y descubridor, Julio de Freitas, para El País.
A los 14 años viajó más de dos mil kilómetros desde su casa en el estado de Dois Riachos para llegar a Río de Janeiro y jugar con el Vasco Da Gama.
“Que saliera de allí para ser jugadora de futbol, no para el servicio doméstico, convierte su caso incluso en más raro”, recuerda el columnista Xico Sá al diario El País.
En 2003, cuando tenía 17 años, jugó el Mundial que se celebró en Suecia y ahí se quedó para participar en una Liga profesional. En Brasil fue parte de seis equipos... todos desaparecieron y la orillaron a buscar otro destino.
Pese a que de primera no tuvo el apoyo de su madre, su primer salario pidió que se lo dieran íntegro a doña Tereza.
“Mamá me crio, luchó duro, lo hizo todo. Se quedó en casa cuando mi padre nos dejó", recordó la jugadora sobre aquel momento.
Actualmente, Marta tiene seis Balones de Oro de la FIFA y es una de las veteranas de la Selección de Brasil que enfrenta a Italia para buscar el primer lugar del Grupo C y seguir en pelea por el título.