Tras cuatro goles anulados, uno de los mejores 0-0 de los últimos años, una prórroga y una tanda de penaltis con 22 lanzamientos, el Liverpool fue el último gladiador en pie en Wembley y levantó su novena Copa de la Liga tras fallar Kepa el último penalti de la tanda (0-0 (0-1)).
Otra vez Wembley fue escenario de desgracias para Kepa, que aquí protagonizó uno de los peores momentos de su carrera en 2019, cuando se negó a ser sustituido en la final de este torneo, que también perdió en la prórroga. El futbol fue injusto con el español, que salió para disputar la tanda de penaltis y tras 21 lanzamientos, falló él el definitivo dando al Liverpool su primera copa desde 2012.
El partido fue uno de los mejores 0-0 que se recuerdan. Eléctrico, con muchas alternativas y, sobre todo, con demasiadas ocasiones falladas. Para los dos equipos, que veían atónitos cómo, pese a los innumerables intentos, eran incapaces de desnivelar el marcador.
El carrusel de errores lo inició Christian Pulisic, que se estrelló contra Kelleher completamente solo tras un gran pase de César Azpilicueta. Ahí erró el atacante, todo lo contrario que en la respuesta del Liverpool, cuando Edouard Mendy demostró por qué salió como titular por delante de Kepa Arrizabalaga. El senegalés despejó un disparo desde la frontal de Naby Keita, el rechace se quedó suelto, llegó Mané con todo a favor y el arquero, en un esfuerzo desde le suelo, repelió la pelota. Espectacular. Una de las paradas de la temporada.
La parada de Mendy pudo ser incluso mejor si sus compañeros hubieran estado más atinados, sobre todo Mason Mount, que dispuso en sus botas de las dos ocasiones siguientes.
El mediapunta inglés erró una volea en la frontal del área, clarísima, y un mano a mano delante de Kelleher que tiró al palo. Surrealismo e incredulidad para Mount, que no podría haber dispuesto de dos pelotas mejores para adelantar a su equipo.
El Chelsea dejó con vida al Liverpool y este celebró el 0-1, de forma temporal. En una falta innecesaria de Marcos Alonso, la pizarra de Klopp relució. La colgó Alexander-Arnold al segundo palo, Mané, solo remató picado, y Matip, en el palo contrario empujó la pelota. Empezó la celebración del Liverpool y apareció el VAR, que, tras unos minutos de duda, decidió anular el tanto por fuera de juego de Virgil Van Dijk, que no tocó la pelota, pero provocó con su movimiento que el defensa le persiguiera a él y no a Mané. No se lo creía el holandés.
Con Salah muy desaparecido, la amenaza 'Red' fue Luis Díaz, que hico un enorme partido en Wembley y pudo coronarlo con un gol que le sacó Mendy. El arquero senegalés le aguantó un mano a mano y despejó el intento de caño del colombiano. Díaz era un catalizador de los impulsos del Liverpool, que llegó mucho mejor a la recta final de partido y obligó a Mendy a realizar un milagro tras otro. La mano que sacó a un cabezazo de Van Dijk en el descuento fue de otra galaxia.
La locura era tal que casi se llevó la final el Chelsea con un remate de Romelu Lukaku en el minuto 95.
Al belga le anularon un gol en la prórroga y a Havertz, otro, para confirmar que este encuentro estaba predestinado a ir a los penaltis. Tuchel, en el último minuto de la prórroga confió en Kepa Arrizabalaga, expertos en tandas, y quitó a Mendy.
El nivel del encuentro no bajó y los veintiuno primeros lanzamientos fueron todos dentro.
Kepa, que esta temporada dio la victoria al Chelsea en tres tandas de penaltis, una en la Supercopa de Europa y dos en esta competición, fue el villano. Su penalti, el número 22, se marchó por encima del larguero.
Novena Copa de la Liga para el Liverpool, que se desmarca como el equipo con más títulos, uno más que el Manchester City.