El escándalo en torno a Luis Rubiales y Jenni Hermoso continúa siendo un tema candente en el mundo del futbol. El expresidente de la Real Federación Española de Futbol (RFEF) se vio forzado a dejar su cargo en medio de una creciente controversia y presión, mientras que las jugadoras de la Selección Española mantienen sus demandas de cambios profundos dentro de la institución europea.
La revelación más reciente en este drama ha sido un discurso diseñado por el asesor externo de la RFEF, Luis Arroyo, con la esperanza de mejorar la imagen de Rubiales ante los asistentes a la Asamblea Extraordinaria. El texto, que ha sido hecho público por el diario El Mundo, no incluía la dimisión de Rubiales como parte de su contenido. Sin embargo, dejaba la puerta abierta para que esto ocurriera si la RFEF lo solicitaba.
Pero Rubiales se negó a leer el discurso preparado por Luis Arroyo. En cambio, optó por dar su propio discurso enfatizando en múltiples ocasiones que no tenía la intención de dimitir. Esta decisión desencadenó una oleada de controversia que finalmente condujo a su destitución como presidente de la RFEF.
A continuación, el discurso que Luis Rubiales no quiso leer.
"Siento mucho, desde de lo más profundo de mi corazón, haber empañado esa enorme victoria de nuestro equipo femenino. El primer error fue traspasar los límites de la confianza con la jugadora Jenni Hermoso. Ella sabe que no hubo mala intención, pero es evidente que lo que pretendía ser un gesto de alegría y felicitación se convirtió en un símbolo de dominio de un hombre en una posición de poder - yo mismo - sobre una mujer.
"Soy imperfecto, por supuesto, pero me tengo por un ciudadano respetuoso y jamás he aceptado gestos de violencia ni de dominio sobre ninguna mujer El segundo error fue negar inicialmente la gravedad con que muchos apreciaron mi gesto, y calificar con algunos insultos a los que lo criticaron. Tras muchas horas de viaje, precisamente con las jugadoras y los técnicos de la Federación, no supe apreciar la sensibilidad social del momento. Ese fue el segundo error, sin paliativos.
"El tercero consistió en no apreciar tampoco al día siguiente lo inadecuado de mi comportamiento, y poner matices y excusas. Debí decir entonces lo que digo ahora con tres palabras: lo siento. Perdón, estoy completamente convencido de que no hay acto punible en mi conducta y así lo constataré si se me requiere. Pero es evidente que mi comportamiento fue inadecuado y reitero mis disculpas. Estoy a disposición del Área de Integridad de la Federación, que ha abierto ya diligencias internas", era el texto.