Algunos le han llamado la pelea del siglo, pero también puede conocerse como la vergüenza de Pelé. Brasil y Uruguay dejaron de lado la pelota y se dedicaron a agredirse y el gran astro con apenas 18 años no se abstuvo.
Durante toda su trayectoria, especialmente fuera de las canchas, Edson Arantes do Nascimento, Pelé, siempre tuvo una actitud amable, palabras armoniosas, sin ser un diplomático se comportó como tal. La sonrisa amplia siempre le acompañó ante las cámaras y con sus aficionados. Algún reclamo de paternidad y algún divorcio pudieron nublar un poco esa imagen de corrección impoluta. Sin que sea cierto, el cantante Roberto Carlos pudo haberse inspirado en él para componer aquella canción del millón de amigos.
Pelé venía de ganar el Mundial de Suecia de 1958 a sus 17 años, que ya lo mostraba como un jugador único. Junto a otros compañeros de ese mismo mundial, como Garrincha y Didí, conformaron la selección brasileña que se presentó en la Copa América de 1959 en Buenos Aires.
El 26 de marzo, Brasil y Uruguay jugaban en el estadio de River, en Buenos Aires. La expectativa estaba demostrada por las 70 mil personas que desbordaban las tribunas. Era un clásico que tenía más que futbol.
En un amistoso en Montevideo previo al Sudamericano de 1946, un suplente brasileño insultó al juez de línea y el árbitro uruguayo lo expulsó. Leónidas no quiso salir, intervino la policía y Brasil decidió retirarse. El partido duró 78 minutos.
En Maracaná en 1956, se volvieron a enfrentar por primera vez después del Maracanazo. En esa ocasión se disputaba la Copa del Atlántico. El árbitro brasileño Frederico Lopes expulsó de la cancha a cinco jugadores uruguayos. Como era de esperar, todo terminó en una pelea colectiva en la que intervinieron los jugadores, la policía y uno de los jueces de línea, que usó su banderín para pegarle a uno de los celestes.
Ahora volvamos al estadio de River aquella tarde de 1959 por el campeonato sudamericano.
Mientras los brasileños hacían gala de su “jogo bonito”, los uruguayos se sentían provocados y entraban con rudeza en cada jugada. En ese rubro parecía que el reparto de desmesura estaba equilibrado.
La bomba explotó cuando el delantero Almir, quien era tan bueno haciendo goles como en su rudeza, entró con todo contra el guardameta uruguayo Juan Carlos Leiva y el defensa Alcides Silveira. Entonces, apareció en escena Néstor Goncalvez y le dio un puntapié al brasileño. Los suplentes y cuerpos técnicos de ambas escuadras se sumaron a la gresca y aquello fue dantesco.
“Todo se confunde. No hay tiempo de seguir una alternativa del pugilato porque más allá hay otra más horrenda. Todos se pegan con cuanto tengan a mano, todos corren, unos despavoridos, otros amenazantes”, decía en su crónica en la revista El Gráfico el periodista Dante Panzieri.
Las fotografías rememoran una escena donde Didí se lanza en una patada voladora sobre un rival. Hay otra foto que muestra al masajista Américo, quien también repartía golpes de karateca, sujetando por la espalda al uruguayo William Martínez mientras un jovencito Pelé espera el turno para castigar al jugador celeste.
El célebre delantero uruguayo José “Pepe” Sasía lo relató así a un diario montevideano. “El Negro Américo, masajista de ellos, le hizo una llave a William y lo tiró al suelo. Ahí le dieron hasta cansarse. Pelé le pateó la cabeza. Sí, Pelé. ¿O pensaron que Pelé separaba? Ellos habían venido preparados, la mitad de los fotógrafos eran boxeadores”.
La reyerta duró 22 minutos. William Martínez siguió jugando con un vendaje en la cabeza, y el árbitro, aunque debió expulsar a todos, retiró a dos por equipo.
Reanudado el partido, Uruguay se puso en ventaja, pero un triplete de un desconocido Paulo Valentín, le dio la victoria a Brasil. Y cuando los jugadores se juntaron para saludarse, Sasía, que la tenía jurada con Bellini, volvió a encender la gresca.
Uruguay terminó esa Copa América con una de sus peores actuaciones. Brasil empató 1-1 el último partido con Argentina y alcanzó el vicecampeonato. Pelé fue el goleador con 8 anotaciones y fue elegido el mejor jugador… de su patada asesina solo tenía recuerdos la cabeza de William Martínez.