Al Norte de río Mura y rodeadas por verdosas montañas, las prolongadas curvas del Red Bull Ring son un animal difícil de domar. Pero a pesar de su complejidad, la casa del toro parece haber encontrado la orna de su zapato y será resguardada por dos temerarios pistoleros, pues con el arribo de Checo Pérez al equipo que buscaba con urgencia al complemento perfecto para el hijo pródigo Max Verstappen, será momento de imponer su ley.
Mad Max es el piloto que mejor ha resguardado la guarida de la escudería de las bebidas energéticas con cuatro podios en seis carreras disputadas. Empero, desde que en 2014 Austria regresó al calendario de la Fórmula 1, Red Bull ha perdido puntos con alguno de sus conductores en cuatro de ocho carreras, mientras que Pérez Mendoza en ese tiempo ha sumado en cinco ocasiones.
Después de hilar por primera vez dos Grandes Premios consecutivos en el podio, el tapatío de 31 años parece haber encontrado el antídoto para saciar la furia de un auto cuyo motor rugía desesperado al no tener quien aprovechara al máximo sus fortalezas. Ahora, por primera vez como local en Spielberg, el mexicano tiene la mesa puesta para gozar un festín y mantenerse tercero en la clasificación general del Campeonato Mundial de Pilotos donde está solo ocho puntos arriba de Lando Norris gracias a su cosecha de 84 y de 76 del británico.
Pero más allá de las ambiciones del jalisciense o del propio Mad Max que pretende estirar su ventaja con 131 unidades por encima de las 119 de Lewis Hamilton en el campeonato, ambos deberán velar por los intereses del equipo de Milton Keynes, que domina la máxima categoría en el Mundial de Constructores con 215 puntos con una ventaja de 37 sobre Mercedes, que busca su octavo título consecutivo después de que en 2014 comenzara su tiranía tras derrocar el reinado precisamente de Red Bull, que dominó por cuatro años previamente.
Solo en cuatro de las ocho carreras disputadas en Spielberg desde su reincorporación al calendario de F1, Red Bull ha podido sumar puntos con sus dos pilotos, por lo que el éxito de la escudería de origen austriaco dependerá de una minuciosa estrategia, pero sobre todo, de una labor quirúrgica de los suyos a la hora de dominar los peligrosos giros de una casa convertida en un laberinto que aún no sacado provecho de la dualidad de sus minotauros.