El ciclismo de montaña es siempre un peligroso reto aún para los profesionales más experimentados; si a eso se le suma la exigencia de una carrera a toda velocidad con el Campeonato Mundial en disputa se obtiene una disciplina del más alto riesgo.
Los pronunciados montes de Andorra fungieron como el escenario perfecto para que un puñado de intrépidos ciclistas pusieran a prueba todas las habilidades para mantenerse en supervivencia, al menos dentro de la competición; por si fuera poco, el clima en días anteriores a la competencia no resultó del todo favorecedor.
Fue el francés, Loic Bruni, quien se llevó la cima del podio tras descender fúricamente durante toda la carrera; el también hijo de Jean-Pierre Bruni, uno de los precursores de la disciplina, trazó de manera violenta cada una de las curvas presentadas por el camino.
Con la combinación perfecta entre elegancia y agresividad, el 'jinete' galo causó la euforia del público presente, que le reconoció en todo momento la gran actuación que cosechó desde el pico hasta la falda de la montaña, adornando aún más su primer campeonato internacional.
