Saltar de espaldas, mirando hacia el cielo, no sólo llevó al olimpo a Dick Fosbury, sino también selló su nombre en la historia del atletismo mundial.
Algunos lo catalogaron como excéntrico, mientras que otros pensaron que estaba ‘loco’. Todo comenzó a los 16 años de edad, cuando experimentó su técnica, debido a que se le dificultaban los estilos tradicionales en aquel momento: rodillo ventral, rodillo occidental y el de tijera.
El estadounidense, prácticamente un desconocido en el salto de altura, hizo su debut en los Juegos Olímpicos de México 1968 y sorprendió con su histórica ejecución.
En aquella Final del 20 de octubre, Fosbury apretó los puños, miró fijamente el listón, inició la carrera, dio cuatro zancadas en línea recta y cuatro en curva, despegó, arqueó el cuerpo y de espaldas a la varilla, desafiando la gravedad, y logró el salto de 2.24 metros de altura.
Su innovadora técnica lo consagró Campeón, estableció récord olímpico y con sólo 21 años de edad dejó como legado el estilo ‘Fosbury Flop’, que actualmente sigue vigente.
“‘Estás loco, no llegarás a ningún lugar saltando al revés’, me dijo mi profesor de gimnasia en el instituto. Creo que su falta de confianza fue lo que más me animó a insistir, a atreverme a hacer algo así”, recordó Dick Fosbury durante una entrevista.
“La popularidad actual de mi estilo es un premio maravilloso a cuánto tuve que aguantar al principio con un estilo que no gustaba a nadie. El salto de espaldas lo practicaba en el instituto y todos se reían de mí, considerándome un loco y algunos como un ‘snob’ (soberbio) por salirme de las normas conocidas, hasta que gané en México 1968, pasando a la categoría de héroe”, declaró 16 años después en 1984.
Tras hacer historia en tierras mexicanas, Fosbury se retiró en la gloria, dejando su mejor herencia a la humanidad.