Según cifras recabadas por el INEGI en 2015, la población económicamente activa en el país, que se encuentra por encima de los 35 años, utiliza el 38% de su aguinaldo para solventar los gastos de las cenas de Navidad y Fin de Año, esto con la intención de pasar un rato agradable en compañía de amigos y familiares; sin embargo, un gran número de esta comida termina en la basura en condiciones más que óptimas.
Tan sólo en el mundo, mil 300 millones de toneladas de comida se desperdician anualmente, según cifras de la organización para la alimentación y la agricultura de la ONU (FAO, por sus siglas en inglés); de dicha cifra, menos del 25% es el desperdicio que dejan las fiestas decembrinas. Este alimento bien se podría emplear para solventar las necesidades de 800 millones de habitantes que pasan hambre.
En el plano particular, la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos (AMBA), estima que en México se desperdician cerca de 10.4 millones de toneladas en alimentos con buen estado; de los cuales, poco más de 30 mil van a la basura durante los días que van del 24 de diciembre al 6 de enero. Las cifras son alarmantes, sobre todo, al considerar que en nuestro país existen más de 7.4 millones de personas que padecen hambre.
Ante este terrible panorama, no es de sorprender que aumente la afluencia de pepenadores en los principales tiraderos del país. Tan sólo en la Ciudad de México, las autoridades capitalinas informaron que en centros recolectores de basura de zonas comerciales, como la Merced y la Central de Abastos, es normal ver un incremento entre las personas que recolectan desperdicios... incluyendo adolescentes y niños.