Mansión de 16 millones de dólares está por caer al Pacífico y su dueño se niega a salir

ALEX MARTÍNEZ
| 26 Feb, 2024

En un acto de desafío ante la fuerza de la naturaleza, Lewis Bruggeman, un radiólogo de 82 años, se niega a abandonar su lujosa mansión de 16 millones de dólares, incluso frente a la amenaza de que su hogar pueda desplomarse desde un acantilado al Océano Pacífico. Ubicada en California, Estados Unidos, la residencia ahora pende al borde de un precipicio tras las recientes tormentas que han azotado la región, provocando un deslizamiento de tierra que puso en peligro la estabilidad de la propiedad.

Las condiciones extremas han causado preocupación entre los expertos en ingeniería, quienes advierten sobre la necesidad de realizar "trabajos muy, muy importantes para estabilizar esa propiedad", según Kyle Tourjé, vicepresidente ejecutivo de Alpha Structural, una firma de ingeniería con sede en Los Ángeles. La saturación de los suelos durante años consecutivos y los daños resultantes amenazan la integridad de viviendas como la de Bruggeman, incapaces de soportar tales embates.

Parte de la mansión ya se derrumbó

Parte de la mansión ya se derrumbó|AP

A pesar de los riesgos evidentes y las advertencias del Servicio Meteorológico Nacional sobre la posibilidad de más lluvias y deslizamientos de tierra, Bruggeman mantiene una postura firme, asegurando a KCAL que su casa está "bien" y no ve una amenaza inmediata. Esta convicción se ve respaldada por la ciudad, que, según él, está de acuerdo en que no hay problemas estructurales significativos.

El caso de Bruggeman no es único en Dana Point, donde otras dos mansiones también enfrentan riesgos similares debido al lodazal. Sin embargo, tras las inspecciones de un ingeniero geotécnico y un inspector de edificaciones, se ha confirmado que estas propiedades, por ahora, son "seguras", aunque sus propietarios deberán invertir en mejoras para prevenir futuros daños.

Se niegan a dejar su casa

Se niegan a dejar su casa|AP

Las tres residencias en riesgo, valoradas en millones de dólares, representan un claro ejemplo de la tensión entre el desarrollo humano y las fuerzas impredecibles de la naturaleza. Mientras tanto, la comunidad observa con atención, esperando que medidas preventivas puedan asegurar la seguridad de estas estructuras frente a futuras tormentas.

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