María Adriana Rosique, productora de cine, temía por su vida; creía que iba a ser asesinada por la novia de su hijo Pamela Soto Miranda, así que le confesó a uno de sus mejores amigos que dejaría su casa en Tlalpan para mudarse con su hermana, pero nunca se imaginó que su hijo Juan Benjamín sería uno de los autores intelectuales de su muerte.
La tarde noche del pasado 18 de septiembre, Rosique fue tajante con su hijo de 22 años: “Yo no quiero ver a Pamela nunca más en esta casa. ¿Me oyes? No la quiero cerca de nosotros, así que llévatela”.
Juan aventó a su mamá y le dijo que él no iba a dejarla. En ese momento entró Pamela, quien escuchó todo y se acercó para reclamarle a la mamá de su novio. Los tres se enfrascaron en una discusión que llegó a los golpes.
Rosique rompió en llanto mientras Juan y Pamela salieron de la casa marcada con el número 2 de la Segunda Cerrada de Joaquín Romo, en Barrio de la Cuevita de Caramagüey, en Tlalpan.
El 19 de septiembre, Alejandro y Sarahí, los presuntos sicarios contratados por Juan, entraron a la casa de Adriana, pues el hijo les dejó la puerta entreabierta; luego sometieron a la mujer, le ataron un lazo al cuello y la colgaron de un barandal.