Cuando en 1928 René Magritte pintó Los Amantes —una de sus más emblemáticas obras— plasmó a una pareja cuyo amor es claramente perceptible, pero se ve asfixiado por un par de velos que cubren sus rostros. Casi un siglo después de aquella expresión artística, Clayton Kershaw y su frustrado anhelo por trascender en una Serie Mundial transmite esa misma sensación de impotencia al no poder concretar tan profundo deseo.
En sus vitrinas, Kershaw guarda tres premios Cy Young de la Liga Nacional y un racimo de récords que se les escurren entre las manos cada que el calendario marca el mes de octubre, en una especie de bloqueo conductual cuya hipertrofia del superyó paradójicamente lo priva del goce de triunfar, en términos lacanianos. Los Dodgers lo anunciaron como su abridor.
Para el Juego 1 de la Serie Mundial contra los Rays, en espera de por fin romper esas barreras psicológicas.
Los errores de Kershaw le han costado caro a Los Angeles, que pese a sus tropiezos siguen fiando en él sus esperanzas por de una buena vez alzar el Trofeo del Comisionado tras 32 años de infortunios.
Los Dodgers han perdido cada una de las últimas tres aperturas de su prodigioso lanzador en la Serie Mundial. Su única victoria en la historia del Clásico de Otoño fue en el Juego 1 de la Serie Mundial 2017 contra los Astros, cuando ponchó a 11 en siete entradas de una carrera.
Pero si de muros psicológicos se trata, no hay que ir tan lejos, pues recién en su última salida flaqueó en el comienzo del sexto inning del jueves ante Atlanta, al permitir tres imparables seguidos. Luego, atestiguó desde la cueva la explosión de seis carreras que encaminó a los Braves hacia una victoria por paliza de 10-2 en el cuarto juego de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, días antes de que Julio Urías liderara la heroica remontada.
Se trató de la duodécima derrota de Kershaw en Playoffs, una cifra representa la mayor cantidad de descalabros en la historia de la franquicia.
El zurdo de 32 años es líder de todos los tiempos en Los Ángeles con 11 triunfos en postemporada, pero su currículum en octubre sería desechado por cualquier reclutador de Recursos Humanos, toda vez que de tener una foja de 175-76 con una efectividad de 2.43 en temporada regular, cae a 11-12 en Playoffs.
Si Kershaw quiere regresar a Highland Park como cada invierno, pero por primera vez sin las manos vacías, deberá comenzar por exorcizar los demonios que le susurran al oído esos números negativos que lo atormentan e impiden ser esa figura que es, pero de tiempo completo.