Randy Arozarena cargaba una maleta en la que apenas cabían sus sueños y un inmenso talento que quería mostrar al mundo más allá de los límites de su natal Cuba. El entonces jugador de Vegueros de Pinar del Río había perdido meses atrás a su padre a causa de un envenenamiento por mariscos y fue marginado de la Serie del Caribe 2015 porque los directivos temían que pudiera fugarse en busca del profesionalismo prohibido en la mayor de las Antillas.
El outfielder de entonces 20 años no tenía nada que perder y trepó al bote que lo trasladó por unos 927 kilómetros entre los litorales del mar Caribe hasta Isla Mujeres, donde desembarcó en busca de materializar sus anhelos. Su principal meta era jugar en Grandes Ligas, pero por ley debía primero adquirir otra nacionalidad para poder aspirar a la Gran Carpa, un parteaguas en su vida del que podría obtener un beneficio la Selección Mexicana de Beisbol, que podría contar con los batazos de Arozarena en el próximo Clásico Mundial.
“Mi meta es poder representar a México en el siguiente Clásico Mundial. Para mí sería un gusto y un placer representar a la bandera”, declaró hace poco el pelotero de Tampa Bay.
Randy jugó para los Toros de Tijuana de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) y con los Mayos de Navojoa de la Liga Mexicana del Pacífico (LMP). Algunos scouts de equipos de las Mayores se acercaban a él para sondearlo hasta que los St. Louis Cardinals lo contrataron por 1.25 millones de dólares y le cumplieron el sueño de debutar en MLB hasta que 19 juegos después lo canjearon a los Rays.
El jardinero no estaba en el roster activo del Opening Day de esta temporada, pero rápidamente mostró su valía hasta ganarse su lugar. En la Postemporada llegó a un nivel superlativo al batear para .382 con 21 hits, incluyendo siete jonrones, 10 impulsadas y 13 anotadas. El jardinero estableció el récord de cuadrangulares para un novato y está a un hit de empatar la marca de Derek Jeter, quien consiguió 22 en aquel mágico 1996 para los Yankees.
Contra los Astros en la Serie de Campeonato de la Liga Americana, Arozarena logró cuatro cuadrangulares para ser considerado el MVP de esos juegos, nada mal para alguien que apenas desembarcó en Grandes Ligas, luego de un duro peregrinar desde la revolucionaria tierra del ron hasta el Petco Park, donde se comió a la MLB de un bocado a solo unos 32 kilómetros de Tijuana, donde comenzó a escribir su nueva vida como mexicano.
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