Apenas había comenzado cuando de pronto, con tan solo 60 juegos restantes el inicio se convirtió en el final en la temporada más corta de la historia de las Grandes Ligas. Y no fue motivo de queja, sino todo lo contrario, luego de que el Opening Day del 2020 se postergara por 119 extenuantes días, una pesadilla que se espera no se repita jamás.
Pero ahora con el regreso a la normalidad —al menos en el cronograma con 162 duelos— los estragos de la pandemia se notarán ya no en apresurados bateos y lesiones por no haber tenido pretemporada, sino alrededor del diamante, entre mascarillas, gente distanciada socialmente y un predominante aroma a gel antibacterial.
La nueva temporada comienza con los 30 equipos en acción, con los fanáticos de vuelta en los parques pero en diferentes niveles de capacidad en una escala del 12% de aforo al 100% como ocurrirá en el Global Life Field de los Rangers. Los fans verán el regreso del beisbol como de costumbre, como un viejo conocido que estará disponible a diario por el televisor o en una restringida visita al estadio durante los próximos seis meses en que se trazará una nueva apreciación de lo regular en la temporada regular.
Y es que más de un año después, la pandemia persiste, aunque los procesos de vacunación – incluyendo a varios en estadios de Grandes Ligas como sede – están proveyendo esperanza. Sin embargo, la COVID-19 muy seguramente seguirá afectando al calendario de MLB en el 2021, especialmente durante la primera parte de la campaña regular, lo que afectará tanto a los fanáticos, en términos de cuántos podrán asistir a los juegos toda vez que se irán actualizando las capacidades durante el año, como a los jugadores, quienes una vez más tendrán que regirse por los protocolos de salud y seguridad en la ronda regular y la postemporada.
Por lo pronto, la pelota volverá a volar y esta vez no quedará tímidamente escondida en algún rincón entre las butacas de los parques, sino en algún guante de un niño que, con suerte, dibujará una sonrisa debajo del tapabocas y recordará por siempre que vivió una de las temporadas más surreales en la historia del besibol, al menos visto desde las gradas de la semivacía casa de su equipo favorito.