Tan pronto suene la chicharra y el referee lance el balón al aire, habrá concluido una tortuosa espera de 141 días de una pesadilla que hizo perder la percepción de la realidad, como si se tratara del thriller del escritor serbio Milorad Pavic, Pieza Única. El parón por el coronavirus cortó de tajo la actividad en la NBA y tras varias semanas de negociaciones y experimentos, se determinó reanudar los juegos bajo un modelo burbuja que promete concluir la temporada sin sobresaltos.
Los Lakers y los Bucks se encontraban a la cabeza en la Conferencia Oeste y Este, respectivamente, pero tras la pausa, será un comienzo prácticamente desde cero y con la presencia de solo 22 de los 30 equipos que conforman la liga (al no haber hecho el viaje a Disneyworld ocho de ellos por estar eliminados) con la mente puesta en hacer historia como el primer Campeón durante la pandemia.
Aunque la gran mayoría de los jugadores accedió a formar parte de la burbuja y disputar el desenlace de la temporada enclaustrados con estrictas medidas de seguridad y un control que roza el totalitarismo manejado en la novela de 1984 de George Orwell, hombres como Avery Bradley, Bradley Beal, Davis Bertans, DeAndre Jordan y Trevor Ariza, entre otros, declinaron su participación en este experimento forzado por la emergencia sanitaria.
"Sabemos que permanecer en el campus requiere enormes sacrificios”, dijo en una teleconferencia Mark Tatum, Subcomisionado de la NBA y Director de Operaciones. "Estamos tratando de crear una sensación de familiaridad para los jugadores. Nuestros jugadores son atletas de clase mundial y se adaptarán a ese entorno (sin fanáticos). Diría que, en el caso de los fanáticos, vamos a intentar replicar la experiencia en la arena”.
Fueron arduas negociaciones respaldadas por una infinidad de pruebas que garantizan el bienestar de los miembros de este ejercicio sin precedentes, que a diferencia de la disputa contractual que mermó el reinicio de la temporada de Grandes Ligas, sí logró tener un discurso convincente con sus protagonistas, además de que sus limitados rosters facilitaron la creación de una burbuja a la que no tienen acceso los ligamayoristas debido a sus extensas plantillas.
"No podríamos hacer esto si no tuviéramos una relación de trabajo increíble con los jugadores. Tenían que estar de acuerdo en que las condiciones serían seguras, e incluso en torno a los mensajes de justicia social, eso fue en complicidad con los jugadores también”, puntualizó Tatum.
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