Tomás Boy perdió la vida a raíz de una trombo embolia pulmonar en Acapulco, Guerrero. A los 70 años de edad el Jefe pasó a mejor vida dejando una huella imborrable en el futbol mexicano, como lo dejó sentado David Faitelson en la ceremonia del Salón de la Fama en 2019.
"El personaje que Dios, el destino y su familia me han dado el honor de presentar hoy, debe cotizar poderosamente en la lista del mejor, el más completo, el más inteligente, el más apto, el más exquisito futbolista mexicano de todos los tiempos. Damas y caballeros, genio y figura, el Jefe, y ahora inmortal, Tomás Boy Espinoza", fue como Faitelson culminó su discurso previo a la inducción de Boy como inmortal del futbol mexicano.
Aunque el Jefe no acudió a su inducción al Salón de la Fama, sus hijos recibieron el reconocimiento y el periodista fue el encargado de darle la bienvenida.
"Describir o tratar de describir al personaje que esta noche se transformará en un inmortal del futbol mexicano, no es una tarea sencilla, todo lo contrario, pero créanme que lo primero que me viene a la mente cuando imagino aquel futbolista de cabellera larga, patillas anchas, flaco larguirucho y con una sonrisa picaresca corriendo por el campo con la camiseta de amarillo y azul... amarillo y azul de los buenos eh, no se confundan.
"Lo primero que me viene a la mente es un jugador que era capaz de ver, sentir y apreciar lo que otros ni siquiera imaginaban, era un visionario del juego, encontraba huecos donde no había espacios, manejaba los tiempos, los hilos del juego, daba el pase exacto y si era necesario, amagaba, hacia una finta y se metía entre los dos pesados defensores centrales para terminar con gol una jugada que el mismo había planeado", refirió Faitelson, quien describió a una de las más grandes leyendas de los Tigres.
"Tenía una pierna derecha privilegiada y en larga distancia. Usaba el '8' porque fue uno de los precursores para que la camiseta '10' erigiera un poco más adelante. Formó uno de los equipos más completos y espectaculares en la historia del futbol mexicano, los Tigres de mediados y finales de los 70, los Tigres de Miloc, los Tigres de Barbadillo, los Tigres de Batocletti, pero la realidad es que la mayor parte de esos Tigres eran suyos, solo suyos. Él forjó una leyenda a partir del Estadio Universitario y de aquella memorable Final ante los Pumas de Cabinho, de Muñante, de Hugo", continuó el periodista de ESPN.
Faitelson además recordó los años finales de la carrera del Jefe y su posterior paso a los banquillos del futbol mexicano.
"En 1986, cuando su carrera tocaba ya puntos finales, fue el líder moral de la Selección Mexicana que afrontó el Mundial en casa, un Mundial en el que gran parte de la presión cayó sobre él, su influencia en el grupo en el vestidor, su relación tirante con Hugo Sánchez, algunos de sus célebres pincelazos terminaron pintando obras de arte en aquel equipo que dirigía Bora Milutinovic.
"Ha tenido también una larga y, yo digo, exitosa carrera como director técnico del futbol mexicano. Tras sus días en la cancha mostró su personalidad y conocimiento en el banquillo donde prevaleció algo fundamental para resaltar en su trayectoria, su exagerada pasión por el futbol".
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