León es el más claro ejemplo de lo que es tener identidad futbolística. El entrenador se debe adaptar al estilo esmeralda. Tenencia del esférico, agresividad con y sin la pelota, mano a mano permanente y jugar en la cancha rival, son parte de la esencia de la Fiera.
Con Gustavo Matosas el equipo se convirtió especialista en duelos individuales, explosivo en el campo rival y permanentemente arriesgando en la zona defensiva.
En la era de Nacho Ambriz, el equipo creció en la posesión del balón, 500 pases en promedio por partido, encontró en los pases laterales la forma de generar espacios en la cancha rival y paso de buscar el mano a mano a una colectividad más asociada.
Con Ariel Holan el equipo cambió de jugar lateral a que el primer pase siempre es para adelante, en la menor cantidad de pases busca estar en campo rival y explota el juego de las bandas (Mena y Meneses).
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