Atreverse a decir que México accedió a Octavos por Corea, es absurdo e inadmisible; debemos tenerlo claro, la selección enfrentará a Brasil porque fue capaz, en dos de sus tres partidos, de superar a sus respectivos rivales.
La mala noticia es que vimos, una vez más, a la insípida versión tricolor que tantas dudas generó previo a la justa mundialista.
Suecia lo superó de principio a fin; en lo personal no me atrae ese modelo de juego, sin embargo, debemos reconocer que la ejecución de dicho estilo potenció a los suecos que fueron justos vencedores. México fue inoperante, predecible, apresurado, impreciso y vulnerable. Es evidente que de cara al siguiente partido deben los nuestros abolir los comportamientos que con cierta frecuencia han exhibido durante la actual gestión.
Sigo pensando lo mismo, Osorio es un entrenador que está muy por encima del común denominador de los entrenadores mexicanos; ni era el peor previo al Mundial, ni un genio tras vencer al campeón. Son nuestros futbolistas quienes deben abolir esa histórica debilidad que siempre nos ha distinguido: la inconsistencia.
Ahí radicó históricamente una eterna flaqueza que nos impide trascender; a lo largo de la justa he enaltecido la calidad de este plantel, sigo creyendo firmemente que esta histórica generación de futbolistas tiene todo para hacer historia, sin embargo, deben ya enterrar esos añejos vicios que nos impiden sobrepasar los límites.
Ya habrá tiempo para analizar lo que se viene el próximo lunes; por ahora el trabajo principal que debe a mi entender ejecutar el técnico, es 100% enfocado al tema mental, logrando con ello olvidar lo pobre que fue el partido y fortaleciendo las bases que nos hicieron vibrar en su debut.
