IVÁN CAÑADA
El hambre por ';devorar'; a sus rivales estaba acumulada en un León enjaulado. Toda esa espera más temprano que tarde iba a culminar y el Monterrey fue la víctima perfecta. Los Esmeraldas volvieron al triunfo en casa tras dos intentos fallidos y regresaron los festejos en la ciudad donde ';la vida no vale nada';. La Fiera está de vuelta.
Y volvió a celebrar una victoria por el simple hecho de respetar su esencia, creer en lo que se plasma sobre la cancha y buscar siempre el arco rival. Sobretodo cuando enfrente estaba un Monterrey disminuido por la ausencia de pilares como Suazo, De Nigris, Zavala o Chelito. Bajas sensibles para Vucetich y compañía, quienes lo resintieron en la jaula de los Esmeraldas.
Si Chivas y Morelia pudieron salir vivos y victoriosos en las últimas visitas, los Rayados ya no pudieron mantener la tendencia. Todo por la tan sencilla razón de que el León no iba a fallar en todas sus ocasiones creadas en cada partido. La puntería podía estar chueca, pero la motivación no. La búsqueda incesante de este equipo es una de sus insignias y lo volvió a demostrar.
Para los Esmeraldas no importó que Maz y Britos no fueran quienes terminaran las jugadas y atendieran a las redes. Si ambos fallan, como en esta ocasión le tocó en su mayoría a Maz, hubo otros que aparecieron y apagaron el fuego que se empezaba a crear ante los fieles seguidores del equipo. Lo más cerca que se quedó de anotar el artillero charrúa fue tras un intento desde media cancha que apenas arañó Orozco para evitar el primer tanto.
El León llegaba y rugía. Le faltaba conseguir ese deseo tan anhelado, casi siempre evitado por Orozco. El portero del Monterrey fue lo mejor del cuadro norteño. El equipo por momentos intentaba algunos latigazos con Reyna, Carreño y Cardozo, pero nunca se encontró con algún premio. El juego fue de sus rivales, de principio a fin.
El dominio llegó a un punto que el fallar ocasiones no parecía un gran pecado, pues sólo instantes después se presentaba otra oportunidad igual de buena. Así fue como llegó la tan anhelada anotación, tras un pase con el pecho de Britos para Montes, quien no se lo pensó y fusiló a Orozco. Estalló la presión.
Ya con la ventaja en el tanteador, lo demás fue sencillo. El León se llenó de confianza, jugó con más soltura y buscó marcar el segundo cuanto antes. Había que aprender de la lección de las Chivas de hace un par de semanas y lo cumplieron con creces.
La velocidad de Burbano, intratable a campo abierto, la sufrió el Monterrey y el colombiano ingresó al área, recortó a un rival y venció de nueva cuenta a Orozco. Batalla sentenciada y la grada festejaba como hace tiempo no lo hacía, por la ausencia de triunfos del pasado.
El partido todavía dio para que Maz se negara con el arco un par de ocasiones más y la afición dejó de apretarlo tanto como antes. La victoria ya estaba escrita, sólo había que dejar que el tiempo pasara. El León volvió a comer en casa y los Rayados fueron las víctimas.
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