León no olvida la final perdida con Cruz Azul

En 1997, Cruz Azul se quedó el título con un penal | MEXSPORT
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| 18 Nov, 2012

IVÁN CAÑADA

Han sido seis meses de gozo total en León. Los resultados del equipo siempre son acompañados por una afición leal en cada momento, que respondía en la Liga de Ascenso y que en el máximo circuito encontró su sitio soñado. En esta ocasión, si había un rival esperado, era el Cruz Azul. No era una revancha de 1997, pero sí una oportunidad para prolongar la sequía celeste. La ciudad del Bajío se preparó para ello.

Desde hace unos días, los boletos estaban agotados. Ya se preveía una fiesta absoluta en León, la ciudad donde, como dice su canción predilecta, ';la vida no vale nada';, aunque cuando de futbol se trata, sí que vale y mucho para una afición ávida de éxitos.

La Máquina llegó a León y la ciudad los recibió con cierta antipatía, los recuerdos de hace 15 años no se quitan así nada más. No hubo agresiones ni nada por el estilo, con los abucheos constantes era más que suficiente para demostrar que el Cruz Azul no es bienvenido.

Restaba poco menos de una hora para el inicio del encuentro y el feudo de los Esmeraldas, como es una costumbre, ya estaba en su máxima capacidad, siempre con porras de aliento para su equipo y presión incesante para el poco querido Cruz Azul.

"¡León, León!", la afición del Bajío, ampliamente dominante en su inmueble, llamaba a la fiera para que saliera siquiera a calentar motores. Apenas saltó al campo Christian Martínez y llegó prácticamente un festejo de gol por los aficionados, que no dejaron de aplaudir a sus jugadores, mientras los futbolistas saltaban al campo para aflojar los músculos.

Justamente lo contrario ocurrió en cuanto se presentaron los celestes comandados por Jesús Corona. El estadio León se convirtió en una caldera de manera inmediata. Música de viento, abucheos, antipatía... El Cruz Azul no es bien recordado ni lo será en un buen tiempo por una afición que guarda resentimiento por aquella final perdida hace 15 años.

Las porras listas, las familias sentadas, parejas con diferentes apoyos, pero todos unidos para una misma causa: disfrutar de unos Cuartos de Final. En León, la ciudad se detuvo por poco más de 90 minutos, no había otro tema de conversación más que el deseo de eliminar a La Máquina. Lo demás ya tenía que pasar en el campo, la fe estaba puesta.

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