Garrincha, el ángel que cambió Brasil

Tenía un pie zambo y la pierna izquierda más corta que la derecha | ESPECIAL
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| 05 Ene, 2013

JOSÉ LUIS CRUZ

Recordado como uno de los jugadores más espectaculares de todos los tiempos, Mané Garrincha se formó como multicampeón en el Botafogo e irrumpió en el firmamento del balompié gracias a la conquista de 2 Copas del Mundo, con Brasil.

No obstante, Manuel Francisco dos Santos, quien nació con un pie zambo y la pierna izquierda seis centímetros más corta que la derecha, pasó su infancia trabajando en una fábrica textil, sin tomarse el futbol en serio, situación que terminó por convertirlo en entretenimiento puro en el campo.

Desfachatado, atrevido, rápido y resbaladizo por la banda derecha, el ‘Ángel de las Piernas Torcidas’ se encargó de sacudir a toDo un pueblo con el Botafogo y la Canarinha, al ganar 3 Campeonatos cariocas, entre una infinidad de diferentes títulos a nivel de clubes; además de los Mundiales de Suecia 58 y Chile 62, donde se bordaron las dos primeras estrellas del actual pentacampeón, llamó la atención por encima de figuras como Pelé, Didí, Vavá y Mario Lobo Zagalo.

De hecho, Garrincha, apodado así por su parecido con el pájaro selvático y por su trepidante regate, es considerado el artífice de la segunda Copa conquistada por Brasil, ante Checoslovaquia, y con una brillante actuación, le bastó para ser elegido como el mejor jugador del orbe.

Aunque disputó su tercer Mundial, el de Inglaterra 66, una lesión de meniscos marcó el crepúsculo en la carrera del volante, tanto con la selección como en el club de sus amores, el Botafogo.

Pero su calidad le alcanzó para darse el lujo de militar en el extranjero, con el Junior de Barranquilla y el Red Star, de París. Así mismo, Garrincha se encargó de regar su talento por todo el país amazónico, con el genuino ‘Jogo Bonito’ como bandera, en escuadras insignes como Corinthians, Flamengo y Olaria, esta última donde se retiró en 1972.

Lejos de los elogios y cerca del carnaval, Garrincha también tuvo rivales que nunca pudo driblar: fama, mujeres, alcohol y tabaco. Sin embargo, fue el primero en enseñarle a reír a toda la afición, pues jugaba para el deleite de la tribuna.