Atlético de Madrid vence al Brujas y se mantiene en la pelea del Grupo A

Antoine Griezmann festeja uno de sus goles
Antoine Griezmann festeja uno de sus goles
|
EFE
EFE
| 03 Oct, 2018

El Atlético de Madrid reafirmó su ambición en el Grupo A de la Liga de Campeones con su segunda victoria en otros tantos partidos, ganador contra el Brujas (3-1) desde su insistencia en el segundo tiempo y la determinación de Antoine Griezmann, goleador decisivo una vez más del triunfo rojiblanco.

Ni siquiera un competitivo Brujas, estructurado en torno a tres centrales, -el bloque rojiblanco se adaptó a su adversario con la misma fórmula del 3-5-2, con Arias y Saúl para las bandas, durante el primer tiempo, aunque cambió al 4-4-2 en el segundo-, ni, sobre todo, el golazo de Danjuma en el 1-1 al borde del descanso frenaron al Atlético, cuya insistencia en la segunda parte fue incontestable.

En la primera, tuvo una ocasión y un gol. Cierto es que antes, en el ejercicio de paciencia al que le invitó su contrincante, con mucho toque y casi nula profundidad, había contado dos disparos desviados, mucho, de Saúl y un tanto anulado por fuera de juego a Griezmann, pero hasta entonces no llegó su momento, su oportunidad.

En el minuto 28. La puso Lemar con la zurda, su centro sobrevoló toda la defensa para caer a Griezmann, escorado, tan solo que controló la pelota con la zurda con la misma comodidad con la que conectó por raso el 1-0. Un gol que pareció tan simple, pero quizá no lo fue tanto, entre las piernas de Denswill y directo a la red.

Y un gol que se sintió entonces mucho más reafirmante de lo que fue en la realidad. Ni siquiera le duró un cuarto de hora la ventaja, en concreto poco más de diez minutos, cuando, de repente, sin intuirlo ni por el juego ni por las ocasiones, Danjuma se sacó un sensacional derechazo en parábola a la escuadra de Jan Oblak.

Un golazo sin matices, por dirección y ejecución, incluso por la sorpresa del zapatazo, más allá de la esquina del área, del '47' del que habló Simeone en la víspera y que rebobinó el partido al 0-0, con todo lo que suponía para el Atlético, de nuevo ante un bloque compacto, al que se desarma con muchos pases, pero también con más velocidad, movilidad y precisión de la que le daba a cada ataque.

O aceleraba o nada de nada. Al descanso, 1-1. Desde el intermedio, recuperado el esquema 4-4-2, incluido Filipe Luis en el partido por Giménez, con molestias musculares, el Atlético fue a más, superior, capaz por insistencia, por ambición y por presión de arrinconar a ratos al Brujas, cuya armadura ya la sentía dañada.

No del todo, porque aún resistía con el 1-1, pero sí era más vulnerable, ante cada carrera de Griezmann, al que Letica privó del 2-1 desde el suelo, ante cada combinación entre líneas, incluso ante las segundas jugadas, con el Atlético volcado hacia arriba, expuesto atrás al contragolpe. No admitía otra situación el resultado.

Hubo un par de disparos más de Saúl, un penalti reclamado por el Brujas, en una de sus contadas apariciones por el área contraria en todo el segundo acto, y un montón de amagos en torno al área del Brujas, como si fuera un ataque de balonmano; el ganador allá por el minuto 67, como mejor se siente ofensivamente el Atlético: robo de balón, pase rápido de Griezmann al desmarque de Diego Costa y la llegada y el gol del internacional francés a pase de su compañero.

En el suelo, tras celebrar el gol, fue reemplazado por Rodri para el tramo final, con un par de sustos y una victoria ya inamovible, consolidada por una sensacional jugada y asistencia de Griezmann y el 3-1 de Koke.

Notas Relacionadas