Ya por el mes de diciembre, con 20 partidos jugados, aún no trasmite nada el Atlético de Madrid, nada determinante y demasiado vulnerable, de nuevo inmerso en otro partido estresante y sombrío del que pareció momentáneamente ganador con el 1-0 de Matheus Cunha, antes del enésimo paso atrás, tan dañino en esta temporada para el conjunto rojiblanco, empatado en el minuto 80 por el meritorio Mallorca con un balón colgado al área y cabeceado por Franco Russo (1-1) y doblegado en el 91 por un contragolpe culminado por Takefusa Kubo para disparar aún más las dudas locales.
El marcador de ultima hora remarcó una tendencia creciente en el Atlético, que, salvo excepciones, se mueve en una decepción insistente. Ni siquiera los resultados, tan recurrentes e incontestables sea cuál sea el camino, ya le acompañan al equipo dirigido por Diego Simeone, sin soluciones ni argumentos ya para sentirse lo que fue, el campeón de la última Liga, ni lo que se intuía este curso, un aspirante a todo.
Lo doblegó el Mallorca, ganador en la Liga después de siete partidos sin un solo triunfo. Tuvo mérito por cómo apagó al Atlético, hoy un equipo sin luz, pero también, sobre todo, cómo reaccionó cuando la derrota parcial habría sido un peso insoportable para muchos de los visitantes en el Wanda Metropolitano. Entonces llegó el cabezazo de Franco Russo, después el gol de Kubo, que agranda la herida del equipo roijblanco, mientras asoma el Oporto y aguardan el Real Madrid, el Sevilla y el Granada.
Atlético no se parece en nada a lo que fue en su defensa, a ese muro impenetrable que transformaba cada 1-0 en una victoria segura. Es un bloque vulnerable, como demostró por enésima ocasión esta temporada, esta vez ante el Mallorca, al que le bastó una falta colgada al área rematada por Franco Russo en el minuto 80 para empatar el partido y un contragolpe resuelto por Take Kubo, ya en el 90, para destapar definitivamente la crisis del conjunto rojiblanco.