Con tan solo cinco años, León Chávez encontró a su compañera de vida en una historia que ni Hollywood pudo escribir mejor. Con sus pequeñas manos tomó una patineta que medía casi lo mismo que él y su relación comenzó. Hoy con nueve años, el joven oriundo de la Ciudad de México no piensa en otra cosa que no sea estar arriba de su fiel tabla.
“A mi papá le regalaron una patineta, solo me subí en ella y supe que lo que quería era patinar”, dijo Chavez en entrevista con RÉCORD. La inocencia y timidez de un niño de nueve años se nota en su voz y la manera en la que responde los cuestionamientos. Sin embargo, cuando sube a la patineta la edad pasa a segundo término y le rinde honor a su nombre ya que ataca las curvas de los bowls con mucha furia. León Chavez no tiene cabeza para algo que no sea su patineta y quiere que esto que hoy es un hobbie sea su razón de vida.
“Me gustaría seguir patinando e ir a los Juegos Olímpicos, también los X Games me interesan. Me motiva el hecho de ser mexicano y me emociona las velocidades que pudiera alcanzar (en las inmensas rampas de los X Games)”, dijo Chavez con mucha determinación.
Afortunadamente para su causa, sus padres están en todo momento apoyando su sueño. Pese a que la opinión en el hogar está dividida sobre la práctica del skate, la confianza es incondicional. En el deporte extremo es muy común ver a los padres sumamente involucrados por todos los requerimientos que lleva y sobre todo para estar alerta de cualquier hecho.
“Es un gran apoyo, me dicen cómo hacer los trucos porque yo no soy el único que patina, mi papá también lo hace. Mi mamá tiene su patineta pero solo la tiene guardada. Ella es la que más se preocupa porque es doctora y ella piensa que en cualquier momento me puede pasar algo”, cuenta entre risas el joven de nueve años.