La vida le sonríe a Guillermo Ochoa. En su aniversario como futbolista profesional, se siente agradecido por los 15 años de carrera, por poder jugar en Europa con el Standard Lieja, estar con la Selección Mexicana y por tener una familia feliz que espera con ansias la llegada de un miembro más.
Su sonrisa lo delata de inmediato cuando habla de sus hijos y del que viene en camino. En octubre pasado, su esposa Karla Mora dio la noticia, con una foto de sus dos pequeños, Lucciana y Guillermo, deteniendo la foto del ultrasonido de su tercer hijo.
¿Qué prefieres, niño o niña?, es la pregunta para Guillermo, él sonríe, siente que no puede parar de hacerlo.
“Y sí ya sé”, contesta. Entonces dinos, danos la exclusiva, le insistimos a Guillermo; “niña”, contesta y la cara se le ilumina.
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LA INQUEBRANTABLE AMISTAD CON GUARDADO
La vida en el futbol no suele ser sencilla, los constantes cambios de residencia para defender nuevos colores impide echar raíces y conservar lazos; sin embargo, para Guillermo Ochoa no ha sido problema, pues la amistad que tiene con Andrés Guardado parece inquebrantable.
“No quiero omitir a nadie, pero con el que más he compartido es con Andrés; de hecho, todavía me debe una lana, porque lo mandé a Europa (por los goles de larga distancia que le hizo), él sólo cuenta la suya, pero no todas las que le paré, que son más, y encima creo que sólo me ganó un partido de todos los que jugamos, pero hay que tenerlo contento y motivado”, relató entre carcajadas.
La complicidad que ha tenido con Guardado comenzó en el futbol mexicano, se fortaleció en sus concentraciones con el Tri y terminó por afianzarse en Europa, donde tratan de verse.
“Andrés es padrino de mi boda, lo conozco desde que comenzamos, hemos estado juntos en las buenas y en las malas, el futbol es lo que te da, poder convivir con gente tan profesional y honesta”, sentenció.