Javier Milei, de exportero y fan de Boca Juniors a próximo presidente de Argentina
En una contienda electoral que culminó con una victoria sólida sobre Sergio Massa, Javier Milei se convierte en el próximo presidente de la República de Argentina, sucediendo a Alberto Fernández. Más allá de su destacada carrera política, Milei guarda un pasado futbolero que lo vincula estrechamente al deporte. Como arquero en las Inferiores de Chacarita Juniors, hincha y socio de Boca Juniors, y autodenominado fan de Carlos Salvador Bilardo.
Durante su adolescencia, Milei fue un talentoso arquero en una destacada camada de Chacarita, según recuerda Gabriel Bonomi, exjugador de la categoría '70. Eduardo Grecco, uno de sus entrenadores, elogia su rendimiento bajo los tres palos, recordando una época en la que la categoría '70 dejó huella en las Inferiores de Chacarita.
Los compañeros de equipo destacan la intensidad y entrega de Milei en el campo. Eduardo Perico Pérez lo describe como un "loquito mal adentro del arco", mientras que Bonomi menciona su carácter fuerte y su inalterabilidad con el paso del tiempo.
Sin embargo, surge una contradicción en las percepciones sobre el carácter de Milei dentro del vestuario. Algunos lo recuerdan como "tranquilo" y "introvertido" durante su etapa juvenil, mientras otros lo describen como "altanero" y "fuerte". Milei, según Omar Corsaro, no era conflictivo y se mostraba siempre "macanudo".
La decisión crucial entre dedicarse al fútbol profesional o estudiar economía marcó la adolescencia de Milei. Optó por la segunda, llevando gran parte de su carrera en la Corporación América, donde Alejandro Fantino le brindó espacio en sus inicios en el periodismo deportivo.
Milei, socio activo de Boca Juniors, ha celebrado los éxitos del equipo, destacando el título del '92 bajo la dirección de Oscar Tabárez y siguiendo con devoción la era de Carlos Bianchi. Su admiración por Martín Palermo es evidente, aunque muestra cierta dureza al hablar de Juan Román Riquelme.
Su fanatismo llegó a extremos, como cuando, emocionado por un gol de Palermo en el año 2000, se asomó peligrosamente por encima de la baranda de los palcos, a más de 12 metros de altura. Además, se autodenomina "bilardista", destacando la importancia del resultado y la prudencia antes de dar por seguro el triunfo, tanto en el fútbol como en la política.
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