La historia de Paris Iván Rodríguez es un ejemplo perfecto de que cuando se quiere, se puede. Y es que aparte de ser liniero defensivo del equipo de Mayas de la Liga de Futbol Americano, también se desempeña como cocinero en un importante restaurante de comida italiana, ubicado en Polanco.
El jugador de 28 años es honesto consigo mismo y compartió a RÉCORD que llegar hasta este punto no ha sido nada fácil, tanto en su carrera deportiva como culinaria, pues se ha visto obligado a comenzar desde lo más bajo: por un lado, ‘calentando’ bancas, y por otro, lavando pisos.
Pero Iván no se arrepiente de nada de lo que ha hecho hasta ahora y, por muy complicado que sea salir a entrenar luego de una larga jornada de trabajo, asegura que vive la mejor parte de sus sueños, por lo que no está dispuesto a dar marcha atrás a pesar de los obstáculos.
“Trabajar y entrenar ha sido verdaderamente cansado. Este trabajo es de aguantar presión, quemadas, y estar muchas horas activo; entonces, el salir de trabajar e ir a entrenar si es algo muy pesado al final del día, pero creo que es algo que hago bien porque me apasiona demasiado.
“Decidí estudiar la carrera de gastronomía y, contrario a lo que muchos creen, esta profesión es muy difícil porque nadie te enseña a cocinar, sólo recibes órdenes, pero yo continué luchando y ahora tengo estos dos sueños en acción, aunque a futuro mi idea es tener mi propio restaurante”, mencionó el deportista de 145 kilos de peso.
El exjugador de las Águilas Blancas del Instituto Politécnico Nacional presumió además que, tras sus ocho años de experiencia en la cocina, es capaz de preparar cualquier platillo nacional; sin embargo, confesó que su especialidad es el arte culinario italiano.
“La cocina es un laboratorio, tienes que estar al pendiente de las reacciones químicas de los alimentos cuando los combinas. Yo soy especialista en comida nacional e internacional, pero siempre he estado en lugares de comida italiana”, dijo el cocinero.
Paris agregó que considera su comida como una obra artística, por lo que su filosofía está basada en “cocinar como un pintor y montar como una obra de arte”.