El presidente Joe Biden dio positivo el jueves al COVID-19, siendo el segundo mandatario de Estados Unidos que contrae el virus y destacando la persistencia del virus altamente contagioso a medida que nuevas variantes desafían los esfuerzos de la nación para retomar la normalidad después de dos años y medio de interrupciones pandémicas.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, precisó que Biden tiene “síntomas leves”. Dijo que comenzó a tomar Paxlovid, un antiviral que atenúa los síntomas.
Jean-Pierre agregó que Biden “se aislará en la Casa Blanca y continuará ejerciendo todas sus funciones”. Precisó que el presidente estadounidense se ha comunicado con el personal de la Casa Blanca por teléfono y que participará en las reuniones planeadas en la Casa Blanca “vía teléfono y Zoom desde la residencia”.
La Casa Blanca publicó una carta del médico de Biden, el doctor Kevin O’Connor, diciendo que el presidente tiene secreción nasal y “fatiga, con tos seca ocasional, que comenzó ayer por la noche”.
Biden, de 79 años, está completamente vacunado. Poco antes de asumir el cargo, recibió dos dosis de la vacuna de Pfizer contra el coronavirus, así como un refuerzo en septiembre y una dosis adicional el 30 de marzo.
O’Connor escribió en su carta sobre el plan de tratamiento del presidente: “Anticipo que responderá favorablemente” al Paxlovid “como lo hacen la mayoría de los pacientes con máxima protección”.
Jean-Pierre dijo que Biden había dado negativo por última vez el martes y que permanecerá aislado hasta que vuelva a dar negativo. Biden había planeado visitar Pensilvania el jueves para hablar sobre sus planes de prevención del delito y asistir a una recaudación de fondos demócrata, antes de pasar un fin de semana alargado en Delaware. Sus apariciones y viajes fueron cancelados.
La primera dama, Jill Biden, habló con los periodistas el jueves al llegar a una escuela en Detroit y les dijo que acababa de hablar por teléfono con su esposo. “Él está bien”, dijo. “Se siente bien”.
Hasta ahora la capacidad de Biden para evitar contagiarse parecía desafiar las probabilidades, incluso con los procedimientos de prueba establecidos para quienes se esperaba que estuvieran en contacto cercano con él. Oleadas anteriores del virus barrieron a la clase política de Washington e infectaron a la vicepresidenta Kamala Harris, a miembros del gabinete, al personal de la Casa Blanca y a legisladores. Biden había intensificado sus viajes y había reanudado la celebración de grandes eventos bajo techo donde no todos eran sometidos a pruebas diagnósticas.
En los últimos meses, los principales funcionarios de la Casa Blanca habían contemplado la posibilidad de que el presidente contrajera COVID, mostrando lo arraigado que se ha vuelto el virus en la sociedad, y de su menor amenaza para quienes están vacunados al día y tienen acceso a tratamientos.
Se ha demostrado que cuando se administra dentro de los cinco días posteriores a la aparición de los síntomas, el Paxlovid reduce en un 90% las hospitalizaciones y muertes entre las personas con mayor probabilidad de contraer una enfermedad grave. Paxlovid es producido por la farmacéutica Pfizer.
Biden está lejos de haber sido el primer líder mundial en contraer el coronavirus, que ha infectado al primer ministro británico Boris Johnson, al presidente francés Emmanuel Macron y a más de una decena de otros líderes y altos funcionarios a nivel mundial.
Cuando el predecesor de Biden, el presidente Donald Trump, contrajo la enfermedad en octubre de 2020, era un momento muy diferente. No había vacunas disponibles y las opciones de tratamiento eran limitadas y menos avanzadas. Después de ser diagnosticado con COVID-19 en la Casa Blanca, Trump recibió un tratamiento experimental con anticuerpos y esteroides después de que sus niveles de oxígeno en sangre cayeron a niveles peligrosamente bajos. Fue hospitalizado en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed durante tres días.
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