En Tijuana, justo donde termina el territorio mexicano y con el mar como testigo, es el 'mejor' lugar para que los nuestros se encuentren y demuestren que ni un muro los separa.
Aunque sea sólo por unas horas y a través de una reja, pero la familia Loera Salazar pudo convivir con el integrante que hace 17 años emigró a Estados Unidos.
Son grupos de 10 personas las que del lado estadounidense pueden acercarse a la reja, donde en tierra mexicana le espera su familia. Ahí, nueve de ellos (entre niños y adultos) estaban pegados al muro de metal, pues por fin después de tanto tiempo todos estarían juntos, pero separados por un ancho enrejado que sólo permitía ver la silueta de su familiar.
"En 17 años que tiene allá, con esta sólo lo he visto dos veces y siempre por medio de la reja, y aún así cómo madre me duele mucho.
"No venimos cada fin de semana porque somos de Michoacán y se nos hace difícil gastar tanto dinero porque los vuelos no cuestan como un autobús y lo que se gasta para venir es como si fuera el triple, pero a la vez es cero porque gracias a Dios y aunque sea a través de estas rejillas estoy viendo a mi hijo que no ir a su país (México) por falta del papel. Sin embargo, tengo fe en que pronto le darán su documento", dijo entre lágrimas la madre del inmigrante.
Mientras él, del lado norteamericano, con gorra y lentes obscuros cubriéndose del intenso sol, pero a la vez de la cámara, escuchaba atento a su madre y compartió los planes que tiene para su familia, ya que en México se quedaron su esposa e hijos.
"El tiempo que podemos hablar es para platicar y planear poco a poco el viaje para poder traer a mi familia para acá. Tengo que manejar dos horas y media, luego hay que caminar al rededor de tres millas, pero yo llego en bicicleta de donde dejo mi troca", expresó el mexicano, quien no dio su nombre, pero sí explicó que mientras está en la 'línea' no puede usar su teléfono celular, y sabe por las autoridades que en caso de haber más de 10 personas esperando ver a su gente del lado mexicano, debe apresurarse y hacer el encuentro más corto, consciente de que probablemente no se repita en mucho tiempo.