La desatada pandemia de coronavirus, que suma cifras récord de muertos desde hace semanas, va a camino de sobrepasar la capacidad de los cementerios de Ciudad de México, donde los trabajadores trabajan siete días a la semana y los entierros se suceden uno tras otro, a veces con escasas medidas de seguridad.
"Nuestros panteones son pequeños y de promedio había tres, cuatro o cinco entierros al día en total en los 11 panteones. Ahora hemos estado manejando de 10 a 15 al día", explicó este domingo a Efe Daniel de la Cruz, jefe de panteones de la Alcaldía de Tláhuac, en el sureste de la capital, tras una semana récord de muertos y contagios en el país.
Los cementerios mexicanos, caracterizados por sus montones de coloridas tumbas entre las que las familias caminan para visitar a sus seres queridos, se están viendo más saturados que nunca y el número de trabajadores, lejos de ascender, desciende.
"Seguimos trabajando con las mismas personas, no mandaron más. Y obviamente hay restricciones porque algunos compañeros son de la tercera edad y hemos visto reducida la plantilla", añadió De la Cruz.
Del mismo modo, las empresas funerarias vieron los servicios incrementados, todavía más que en los primeros meses de la pandemia.
La compañía Gayosso, líder en el sector, ha tenido un gran aumento en el número de servicios que realizan a diario pero también en la inversión.
"El primer gran pico vino en julio, posteriormente en agosto, octubre bajó pero en noviembre estaba casi como julio. Después en diciembre hubo un 75 por ciento más servicios que en julio y ahora en enero 40 por ciento arriba de diciembre", dijo a Efe Alejandro Sosa, director de operaciones de grupo Gayosso.
UN MENSAJE QUE NO CALA
A pesar de los datos que no paran de subir, muchas familias, asegura De la Cruz, todavía no son capaces de aceptar las normas, y más en las zonas donde las costumbres están muy arraigadas y la muerte es un momento de unión familiar.
En el panteón de Tláhuac se abre el portón y entran, después del coche fúnebre, unas 40 personas acompañadas por varios músicos que le cantan al fallecido. No es una excepción.
"Desafortunadamente la gente no ha entendido el mensaje, siguen pensando que el virus no existe y el panteón no es la excepción. De acuerdo al protocolo son máximo 20 personas pero hay gente que no entiende y a la mala se meten al panteón", explicó el funcionario.
Algunos, por su propia iniciativa, acuden menos de cinco al entierro y comprenden la gravedad de la situación actual.
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