Después de andar varios años deambulando entre el Club Atlético de San Luis, Chiapas Futbol Club, Cafetaleros de Chiapas y los múltiples intentos de ser el cacique del Atlas pretendiendo arrastrar a los tuyos a un paraje más grato, arribaste por la puerta de atrás a la Universidad Nacional.
Tu labor, encomiable sin duda alguna, no prosperó, fuiste parte de la enésima cofradía que sucumbió en la gestión de hacer a los rojinegros una entidad exitosa. Por ende, tu exilio de Jalisco y tu llegada a los Pumas fue cuestionada, que la cantera universitaria no fuera capaz de sacar de sus entrañas a un futbolista mejor que tú, generó cierta tirria, y resquemor. Aspecto que jugó en tu favor, nadie esperaba mucho de ti, una contratación más que pintaba para ser anecdótica.
También hay que decirlo, cuando apareciste en Ciudad Universitaria, los Pumas vivían un desolado periodo, sin rumbo, sin plan, y con exiguos resultados deportivos. Pues bien, desde la duda empezaste a forjar tu sitio, con tiento, sin prisa empezaste a maximizar tus virtudes con la pelota, pero sobre todo maximizaste tu posición de líder.
Se te conoce ahora como el capitán Vigón, es cierto que en el Atlas también viviste con este mote, pero no existe un atisbo de duda, acá te queda mucho mejor, acá es de verdad, acá eres un real referente, acá mandas. Y los que mandan le muestran el camino a los demás, se mojan, se arriesgan, se hacen responsables de las derrotas, e incluyen a todos en las victorias.
Tú eres ese hombre, ese renovado hombre, se te percibe en total libertad y control, incluso parece que juegas con alas en la espalda de tan libre que eres.
Supongo lo sabes y te das cuenta, en la cancha ríes, ríes mucho, gozas y haces gozar. Y cuando se viene la noche eres el primero en aparecer, tienes la enorme habilidad de hacer muchas cosas en el campo, y la mayoría las haces bien, eres sumamente dúctil.
Puedes jugar por dentro, por fuera, cerca de tus delanteros, alejado de los mismos, lees bien el juego, sabes lo que pasa, y ejecutas como meridiana precisión.
Ha pasado relativamente poco tiempo de tu adhesión a los Pumas, y cualquiera que no supiera que te contrataron, aseveraría que saliste de la matriz de la Universidad Nacional. Lo más fascinante de tu brutal metamorfosis es que da la impresión que tienes estirpe y linaje universitaria, que tu esencia es Puma, que naciste ahí.
Guardando las debidas proporciones, posees el perfil algo parecido a aquellos grandes jugadores de los Pumas que surgieron de la Cantera y triunfaron nacional e internacionalmente. Tipos sólidos, con severo temperamento, sumamente competitivos y ganadores. Y por si te faltaba algo, eres un hombre sumamente inteligente, eres educado, sabes hablar, y lo mejor, sabes cuándo hablar.
Conclusión, te reconvertiste, eres una joya, hoy, la joya de Universidad Nacional, y eso es honorable, sobre todo porque tuviste que labrar arduamente tu lugar, pero vaya que lo hiciste de manera correcta, carajo.