Estuve leyendo respecto a tu amarga resolución de irte de la NFL, y automáticamente me transporté a ese áspero momento en donde uno debe partir caminos con lo que más lo apasiona, y de lo que sabes hacer mejor.
Dos aclaraciones antes de continuar con mi escrito, la primera, no me estoy poniendo a tu altura, Eli, sería un reverendo estúpido, tú viviste y vives en otra dimensión, yo fui mundano en mi vínculo con el deporte profesional. Segunda, de NFL y de futbol americano no sé un carajo, soy un aficionado de sofá que disfruta con el que considero el mejor deporte del orbe, y que ha logrado que brote en mí un sentimiento de fanático que con el futbol soccer se terminó cuando fui futbolista profesional.
Pero en relación con el sentimiento, la pesadumbre y la complejidad de abandonar para siempre un deporte
de alto rendimiento, sí conozco y bastante. Leí y releí varios mensajes de tus compañeros, y de otros personajes de altos vuelos sobre tu despedida. Hombres de diversas estaturas y envergaduras deportivas como Michael Strahan, Saquon Barkley, David Tyree, Golden Tate, Evan Engram, Darius Slayton, Cody Latimer, Bennie Fowler y David Webb, entre otros tantos. Entes que te conocieron a profundidad en tus buenas, que fueron múltiples, y en tus malas que también tuviste las tuyas, quién no las tuvo.
Todos hacen un sensible señalamiento sobre tus enormes maneras como quarterback, pero son sumamente enfáticos en tu rol como líder humano, ese hombre a carta cabal que fuiste para la gran mayoría en los Gigantes de Nueva York. Me encanta que todos se refieran a ti como número '10', otra vez, no pretendo compararme, sé muy bien mi sitio, pero ese número me acompañó durante muchos años de mi carrera detrás de una pelota y le tengo un enorme cariño.
Jugaste 16 años, 16 temporadas en un abrasivo deporte que tritura a quien se relaja o se cree más de lo necesario. Ganaste dos Super Bowls, ambos ante tus acérrimos oponentes los Patriotas. El primero, el XLII jugado en el Estadio de la Universidad de Phoenix con aquella jugada físicamente imposible que involucró que te escaparas de ser aplastado en la bolsa
de protección y la inverosímil atrapada contra el casco de tu compadre David Tyrre en tercera y cinco con poco mas de un minuto en el reloj.Y el segundo, el XLVI jugado en el Estadio Lucas Oil de Indianapolis, el cual lo ganaron 21 a 17.
Como buena figura, eres disruptivo, existe gente que te considera una deidad, yo me encuentro entre ellos, para ganar algo en la NFL tienes que serlo. Y otra gran parte de los seguidores de este deporte que te consideran mediano, bendita diversidad de opiniones, bienvenidas todas ellas.
Dejar lo que más amas, y en donde destacas resulta bien complejo, ahora, como atleta existe un inicio y un final, la bronca descansa en que nadie te lo dice, nadie te enseña a encaminarte a la salida, nadie te indica cómo amainar el dolor, un día se acaba, y te avientan a la vida con un rezago importante. Se podrá decir que tipos como tú tienen la vida resuelta por la
cuestión económica, tal vez tengan razón, no lo sé, no lo viví, pero en lo particular creo que la cruel pugna es volverse a sentir igual de útil que en tu caso jugando en la NFL, ahí residen las punzantes espinas.
Como te mencionaron varios de tus amigos y nombres arriba mencionados cuando dijiste adiós, disfruta el retiro, no es sencillo hacerlo, pero si lo consigues también se obtienen satisfacciones y apapachos para el alma y la mente. Nunca, y reitero, nunca, como jugando el deporte que más idolatras, sencillamente el gozo sabe, y es muy distinto.
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