Lamentablemente, muy pocas veces he tenido que aplaudir a Doña Fede por mostrar una postura congruente, solidaria, empática con alguno de sus afiliados, generalmente para ella todo lo anterior se reduce a publicar alguna esquela, dar el pésame de algún miembro de la industria o su familia. No me extraña, así han sido y así serán.
El domingo pasado se cumplieron siete años de la masacre de Ayotzinapa, en la cual se encuentran en calidad de “desaparecidos” -sólo porque nadie ha encontrado sus cuerpos- al menos 42, de los 43 estudiantes de esa normal rural del Estado de Guerrero.
Muchos de mis lectores en este momento se preguntarán: ¡Pinche Fantasma! ¿Qué tiene que ver la masacre de Ayotzinapa con Doña Fede y el futbol? Les responderé que mucho, que la amnesia colectiva ha provocado que nos olvidemos que un miembro afiliado de la Federación Mexicana de Futbol vivió, sufrió y padece las secuelas de esa tragedia del 26 de septiembre de 2014. Los mismos que mataron o “desaparecieron” a esos 43 estudiantes, fueron también culpables de que en esa misma noche rociaran con disparos de AK-47 el camión donde viajaban los Avispones de Chilpancingo de la Tercera División, que viajaban de regreso a casa después de haber ganado el partido inaugural de la temporada 2014-15.
DROGA, EL ORIGEN
El equipo viajaba en un camión rentado, muy similar a los que habían secuestrado de la terminal de Iguala los normalistas. Diversas pesquisas internacionales y publicaciones de la investigadora Anabel Hernández, coinciden en que, sin imaginarlo, esos estudiantes se llevaron autobuses donde se ocultaba un cargamento de heroína con valor superior a los dos millones de dólares que viajaría la noche siguiente a Estados Unidos.
Sin saberlo, con el secuestro de camiones habían firmado su sentencia de muerte, el grupo criminal, en contubernio con las autoridades municipales, estatales, federales y el Ejército, ordenó rescatar la droga. El narcotraficante Martín Elías Navarrete, alias 'El Elegante', miembro importante del cartel de los Beltrán Leyva, le llamó aquella noche al coronel del Batallón 27 de Infantería, con sede en Iguala, para darle la orden de que rescatara su mercancía.
LA CONFUSIÓN
“El que paga manda”, dicen en mi pueblo, y en el cumplimiento de aquellas órdenes del narco al precio que fuera, quedaron atrapados los Avispones de Chilpancingo. Los confundieron, pensaron que aquel camión en el que viajaban una veintena de adolescentes con sueños de futbolistas era uno de los cinco que los estudiantes habían secuestrado en la terminal de Iguala. Había la orden expresa de rescatar los autobuses, no sabían en cuáles estaba oculta la droga, así que había que detenerlos a todos, sin importar cómo, tenían miedo de que alguien la descubriera y se las robara.
El técnico del los Avispones de Chilpancingo era Pedro Rentería, quien en el espléndido documental de Netflix “Los días de Ayotzinapa”, relata cómo es que fueron emboscados aquella noche. Cuando hace unas semanas decidí escribir sobre el tema y empecé a contactar con algunos sobrevivientes y hacer una recopilación de información, me encontré con un espléndido trabajo periodístico firmado por el egresado de Filosofía y Psicología, Román García, quien para el portal 'Apuntes de Rabona', hace tres años, publicó una crónica de los hechos, que es imperdible y cuyos extractos textuales de este trabajo es obligado compartir, obviamente con la autorización del autor y del portal, donde pueden encontrar el texto completo bajo el título: “Los Avispones de
Chilpancingo: la noche olvidada”.
LA MUERTE DEL 'ZURDITO'
“Aunque aquel día ya se sabía que David no iba a jugar, debido a que tenía una lesión en su mano, fue invitado por el entrenador del conjunto a que acompañara a la escuadra, para que se fuera acoplando. Su madre le dijo que esperara a su debut en Chilpancingo, pero él decidió seguir a sus compañeros. Roberta Evangelista, madre del 'Zurdito', como le apodaban, no lo acompañó en aquella ocasión, aunque generalmente solía hacerlo. La última vez que lo vio, fue cuando se despidieron frente a la iglesia.
"Hasta el final del juego, todo parecía indicar que la misa había dado resultado: el club de Chilpancingo ganó 3-1. Concluyó cerca de las 10 de la noche. Mientras los futbolistas disputaban el partido, las redes sociales comenzaron a hacer eco de lo que terminaría por convertirse en una de las noches más oscuras del México moderno: había balaceras en Iguala, la cacería de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa se estaba llevando a cabo.
“Ante el clima de inseguridad que se percibía, el plan de ir a cenar tacos para festejar el triunfo se canceló. Lo mejor era ir directo de regreso. Los jóvenes futbolistas y el equipo técnico abordaron el autobús Volvo que los llevaría de vuelta a casa. Desgraciadamente no todos lograron llegar. ¡Y ninguno volvió a ser el mismo luego de aquella noche!
“Cerca de las 23:30 horas, el 'Zurdito' se comunicó por última vez con su madre: en una llamada telefónica le comentó que llegarían tarde debido a que se encontraron con una serie de retenes. Estaba contento porque, a pesar del retardo, lograron sacar los tres primeros puntos del torneo.
“Aproximadamente a 15 kilómetros de Iguala, en el llamado cruce de Santa Teresa, el autobús en el que viajaban los futbolistas se recargó a un costado de la carretera de manera violenta: más de 200 disparos impactaron contra la unidad que se salió de control. En su interior, el chofer del camión, varios miembros del cuerpo técnico y futbolistas resultaron heridos.
“De los 26 pasajeros, 12 sufrieron distintas lesiones. El 'Zurdito' recibió un total de cinco balas, pero la que terminó por arrebatarle la vida, según el dictamen pericial, fue la que impactó en su pecho, cerca del corazón.
“Aquella noche, varios padres de familia habían acompañado a los muchachos al encuentro contra el Iguala FC en sus propios autos. Entre estos se encontraba Miguel Ríos Romero, padre de Miguel Ríos Ney, joven defensa que ese mismo día había debutado. En el camino, a la altura de Ciudad Judicial, los automóviles fueron desviados hacia un sendero de terracería, mientras que el autobús con los jóvenes futbolistas continuó su camino por la carretera federal”.
“Cuando Ríos Romero estaba a punto de llegar a Zumpango, su teléfono comenzó a sonar: al otro lado se encontraba su hijo, diciéndole que los habían atacado, que él se encontraba herido. En menos de media hora llegó a Santa Teresa. Ahí, el camión de los Avispones se encontraba fuera del camino, tapizado de marcas de balas.
Para ese momento, Víctor Manuel Lugo Ortiz, mejor conocido como el 'Barcel', conductor del camión, ya había fallecido, mientras que David Josué estaba agonizando. El hijo de Ríos Romero se encontraba entre la maleza, había recibido cinco balas y se estaba desangrando. Se lo llevó de ahí en su camioneta, luego de discutir con los policías federales. “Para qué te lo llevas si de todos modos se va a morir”, le espetaron los agentes de la ley.
“Aquel 26 de septiembre, luego de que el camión casi se volcara y con varios de sus chicos heridos, Jorge León Sáenz fue quien dialogó con los sicarios que atacaron el camión de los Avispones de Chilpancingo. Aquella noche él fungió como auxiliar técnico en el 3-1 contra Iguala. Fue uno de los primeros que reaccionó luego de que el camión se salió de control y se fue haciauno de los costados del camino.
"Ahí, se acercó a la puerta, donde encontró a un hombre armado que a punta de culatazos estaba rompiendo el cristal de la puerta del autobús. Para ese momento Sáenz, que entonces contaba con 39 años, se encontraba herido debido a que recibió una bala en el brazo izquierdo, además de un roce en el ojo derecho, que terminó por afectar su vista”.
La versión de Jorge León, que se publica en 'Apuntes de Rabona' coincide de alguna manera con la que el técnico del equipo, Pedro Rentería, da en el documental de Netflix, quien relata cómo
es que recibió dos balazos, uno de ellos que le perforó el hígado y aun así sobrevivió. El timonel relata que oyó cómo uno de los agresores gritó: "¡Comandante, la cagamos es un camión de puros futbolistas!"
Cuando se dieron cuenta de la confusión, los dejaron ahí a su suerte. Las torretas se apagaron y los asesinos se largaron, pudo ser una tragedia mucho mayor, pero el destino afortunadamente no
quiso que fuera así.
LA MANIPULACIÓN Y ENGAÑOS
La tragedia para estos chicos, no terminó ahí. Se convirtieron en botín político de vivales sin escrúpulos, ni conciencia que los utilizaron, los manipularon, los engañaron y no sólo eso, hicieron que su familia se endeudara por las promesas incumplidas.
A la familia del jovencito Miguel Ríos Ney, el gobierno de Peña Nieto y con Alfredo Castillo de interlocutor, le prometió una serie de apoyos: le dieron 600 mil pesos, como reparación del daño, su inscripción en el Seguro Popular para que llevara a cabo su rehabilitación y una beca, que el gobierno pagaría para que estudiara en la Universidad del Futbol, de Pachuca. Mientras que a los padres de Miguel, se les ofreció la entrega de un departamento y la inclusión a su madre en el programa Prospera.
¿Qué sucedió con esos apoyos? Del departamento que les entregaron fueron echados meses después por un despacho contratado por el Infonavit, ya que la SEDATU nunca realizó el pago del inmueble. La rehabilitación en el Seguro Popular nunca se dio, pues les dijeron que esta institución carencia de recursos y personal para otorgar esos servicios. Por si fuera poco, de esos 600 mil pesos que sí les dieron, fueron insuficientes para pagar los gastos y honorarios de las cinco cirugías a las que fue sometido el joven Miguel, el Instituto del Deporte de Guerrero, que pagaba la beca en la Universidad del Futbol, sólo la pagó 14 meses y dejó de hacerlo.
Grupo Pachuca condonó deuda y les ofreció mantener la beca, pero la familia ya no podía pagar ni los gastos de transportación. Las promesas de ayuda se habían convertido en deudas y otras
prioridades familiares cambiaron, ya que a los políticos no les interesaba. No servían ya para sacarse la foto; por tanto, decidieron no invertir en ellos. Tanto así que hasta tuvo que solicitar un amparo para que lo reconocieran como víctima después de recibir cinco disparos en aquel atentado. ¿Así o más infame el comportamiento político?
MÁS DE 43
Para los medios sólo existen los 43, como si el resto de las víctimas y a sus familias no les doliera su ausencia. La muerte de un hijo con o sin una tumba dónde llorarle significa un dolor bestial, que no se puede medir, es infinito. Esa infamia no se reduce sólo a los 43 desaparecidos, son muchos más los que se han quedado en el olvido, sin justicia, sin voz, sin que nadie abogue
por ellos. Como con ellos no se puede lucrar políticamente, ya nadie se acuerda de ellos, a todos les valen madre su historia y su dolor y eso es muy injusto. Esta sí es una verdad histórica irrefutable.
¿Usted leyó o vio algún comunicado de Doña Fede mostrando solidaridad y exigiendo justicia para encontrar a los culpables de la muerte de alguno de sus afiliados a siete años de la tragedia? NO, por supuesto que NO, porque se les olvidó. A Doña Fede, como a la propia Tercera División, donde son miembros activos y participan en el Grupo VI, les valió madre. ¿Acaso les importó que les mataran un jugador hace años y su asesinato está impune? En lo absoluto.
El futbol tiene un poder mediático inmenso, el más grande de todos los deportes del país y se olvidó de uno de los suyos, cuya familia aún exige justicia desde hace siete años. Cierto que un comunicado, una postura, no cambiará el rumbo de las cosas, pero eso no significa que sean invisibles. NO merecieron ni un miserable tuit de empatía.
NI UN TUIT
Pero la verdad NO me extraña, a Doña Fede y principalmente al 'Club de Toby', a ellos los jodidos no les interesan y dentro de ese grupo de 'miserables' están muchos de los equipos de la Liga de Expansión, todos los equipos de Segunda y los de la Tercera División. Esos inmundos 'indigentes' futbolísticos cuyos dueños arriesgan y gastan su patrimonio soñando con un día ascender.
Los ilusos y pobretones no tendrán membresía en el exclusivo 'Club de Toby', si por estos fuera ya hubieran desaparecido todas las Divisiones y jugarían únicamente ellos, los ricos, los poderosos
y sus amigos.
Si no son capaces de gastarse un tuit en sus redes sociales mostrando solidaridad para uno de los suyos, menos serán capaces de entender que el futbol no es solamente para los ricos, en él siempre existirán espacio para los sueños y, los sueños no conocen de clases sociales. Pero que saben de eso, si son tan pobres que sólo tienen dinero.
“Todo hombre verdadero debe sentir en su mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de otro hombre”, José Martí