Incongruencia y una falta de respeto al futbol mexicano sería la contratación de Juan Carlos Osorio como entrenador nacional. No es solamente por una evidente falta de merecimiento, sino porque de nueva cuenta los federativos caen en la cultura de la inmediatez, en la de toma de decisiones más sobre el convencimiento del promotor que del propio sistema de juego o estadísticas que avalen que sea el indicado para asumir el proyecto.
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“Tengo 54 años y mi propósito familiar es dirigir hasta los 60 y yo quiero ir a la Copa del Mundo. Tengo ofertas de selecciones, infelizmente no de mi país. También sé que nunca voy a dirigir a Brasil. Soy un hombre centrado y tener dos o tres selecciones que creo pueden ser una buena mezcla de mi propuesta de futbol”, declaró el colombiano a la cadena Sport TV de Brasil, lo que quiere decir, si no voy a hacer contratado por una selección ‘grande’, pues entonces acepto ser de la Selección Mexicana. Plato de segunda mesa y de nueva cuenta vuelve a utilizar al futbol mexicano como hace unos meses lo hizo con Cruz Azul, o bien en su paso efímero por el Puebla.
Con La Máquina tuvo el descaro de solicitarle una propuesta económica por escrito para que mercenariamente utilizara este documento para que le mejoraran la oferta en su actual club. Engatusó a directivos brasileños y también a directivos mexicanos.
Las críticas duras a jugadores que se han naturalizado para ser parte de la Selección Nacional sin importarles lo que realmente es México y sólo para cumplir su sueño, aplica a la perfección con Osorio. No confundir con xenofobia o patrioterismo, pero cómo es posible que en la Federación Mexicana de Futbol prefieran traer a un ilustre desconocido, sin trascendencia internacional y que su mayor logro fuera de Colombia es ganar la Conferencia del Este de la MLS con el Red Bull de Nueva York, algo irrelevante y que cae hasta en el absurdo cuando se debe tomar en cuenta del personaje ideal para dirigir a una selección nacional.
Tanto malinchismo hace daño, fijarse en lo que pasa afuera cuando dentro hay los hombres ideales para el puesto, es abaratar al equipo mexicano. No confundamos, no se trata de Menotti, ni de Ancelotti ni tampoco de Guardiola, es Juan Carlos Osorio, el entrenador que cuando tuvo contacto en el futbol mexicano fracasó rotundamente. 11 partidos dirigidos de los cuales 7 fueron derrotas, una auténtica falta de respeto al medio deportivo mexicano.
Si no había un extranjero de cartel y demostrada trayectoria, mejor le hubieran dejado el banquillo a quienes se desviven por él como Vucetich o a La Volpe, con eso que ya hasta Vergara afirmó que él nunca lo vetó. Es más, sería más lógico poner a un joven entrenador como Santiago Baños antes que a un personaje foráneo, sin cartel internacional y que su debut será en eliminatoria mundialista, sin conocimiento del futbolista mexicano y donde seguramente aplicará la convocatoria lógica: si estás en Europa, estás adentro.
La gran equivocación de la historia reciente del futbol mexicano fue Sven-Göran Ericksson, curiosamente bajo la dirección de las selecciones nacionales del mismo personaje que hoy es secretario general. No ven hacia atrás y eso hará que se estanquen en el presente, que el proyecto sea inexistente, porque simplemente el personaje que hoy piensan es el indicado, lo único que le importa es ir a una Copa del Mundo, ya sea con México o con Canadá o con Surinam, eso es lo de menos. En Colombia, su país natal, nunca fue considerado para hacerse cargo de la selección, incluso en Estados Unidos donde fue finalista de la MLS nunca lo tomaron en serio como candidato a dirigir a US Soccer.
Si están obsesionados en no confiar en entrenadores mexicanos, hay una larga lista antes de Osorio que tendrían más justificación de estar en el banquillo nacional. Jorge Luis Pinto, Luis Fernando Suárez, Reinaldo Rueda, por mencionar a tres colombianos que saben lo que es jugar una eliminatoria en la Concacaf, de hecho ya hasta le ganaron a México.