Justo en el calor de las Semifinales, con la serie que más se ha repetido históricamente, el Clásico Joven entre el Ame y la Máquina, y con el duelo del caballo negro y proyecto emergente, Atlético de San Luis que enfrentará a Rayados, que por cierto ya lo eliminó en dos ocasiones recientemente, nos topamos con una batalla entre algunos buenos amigos y colegas de la prensa y la industria del entretenimiento en los medios de comunicación de la bellísima ciudad de Monterrey y la capital del país, la CDMX.
Queda claro que el centralismo que hemos vivido en nuestro país, que incluye el deporte de mayor penetración, el futbol, con clubes que han acaparado la mayoría de los títulos entre América, Cruz Azul, Pumas y hasta en su momento Necaxa y Atlante, la batalla solía ser contra los tapatíos, otra de nuestras tres grandes ciudades nacionales, pero queda claro que llevamos 20 años con el gran protagonismo de los equipos del norte.
Ahora, como lo he mencionado hasta el cansancio, la Liga MX es democrática, una liga que tiene en Toluca, Pachuca, León y Santos, otros grandes proyectos multicampeones. Ahora, donde no es parejo el asunto es en la capacidad mediática que se tiene en la capital, la mayoría de los medios masivos de comunicación y las grandes cadenas están centralizadas, en gran medida por el volumen poblacional y por las agencias de publicidad que también tienen su matriz en el centro. Pero en Monterrey se vive un fenómeno sin igual, una comunidad que se siente orgullosa de sus esfuerzos y su cultura como ningún otra que operan siempre a favor del consumo local o incluso en varios sectores, prefieren el de Estados Unidos que el de la CDMX.
Consumen sus marcas bancarias, sus equipos deportivos y claro que sus medios de comunicación como ninguna otra. Trabajé varios años en Multimedios, también he tenido diversas relaciones de trabajo para diferentes proyectos con esta gran empresa que ha sido un ejemplo en muchos sentidos de generar comunidad con sus contenidos. Por eso llevo varios años tratando de interpretar mejor el modelo que han logrado generar entre sus comentaristas y la plaza para hablar todo el santo día de Monterrey y los Tigres.
Ahí es donde esa reflexión me lleva a un camino muy delicado que se confunde en aras del show, en aras de mantener una conversación incluso sacrificando el rigor periodístico, no es exclusivo de esta plataforma, muchos estamos reinterpretando a las audiencias vía la incursión de los medios sociales, pero como periodista es una delgada línea, ya que el oficio es claro y no tiene versiones, la información y la crítica objetiva es necesaria para cualquier esféra, es trascendental y genera equilibrios de poderes en nuestra sociedad.
Es por eso que esta cruzada en muchos sentidos es absurda, sentirse orgulloso de que vía "mi periodismo" se venden boletos, es confundir el rol, es enfundarse en una causa que se le conoce más como relaciones públicas, contenidos al servicio de una marca, no periodismo, ese que aún en algunas redacciones, como donde afortunadamente trabajo, es libre.
Tigres, por ejemplo, ha entendido mejor que nunca que necesita más allá de esa gran burbuja (rentable sin duda alguna) para trascender, para lograr ese protagonismo más allá de una código postal. Me queda claro que hay mucho que aprender de nuestros colegas regios, con los que sigo y seguiré trabajando, incluso con mucho cariño recuerdo varios emprendimientos y esfuerzos con el buen Guillermo Gonzalez, aunque ahora para él sea un mala leche.
Lo único que no se puede desvariar es que el periodismo deportivo tenga que vender boletos como lo dice en su programa de radio y digital. Para eso están otras áreas, el día que se pierda la libertad de expresión y el oficio del periodista tendremos una sociedad manipulada y poco crítica de sus entornos, aunque ahora se más fácil informarse por un influencer o celebrity que con alguien que investigó un tema, como comparar y conocer el fondo de por qué Ocampos jugó el partido de vuelta.
¡Bienvenidos, bienvenidos! Al día donde nos dicen desde la Sultana del Norte que el periodismo libre y crítico está matando a la industria del futbol.