Días muy intensos los que hemos vivido en París. El sentir del fuego olímpico cada noche al tomar vuelo por los aires del Sena en su hermoso globo aerostático, nos deja constantes sentimientos de lo que siguen representando los juegos para un gran sector de la humanidad. Ahí hemos vistos las típicas historias de los estadounidenses en busca de casi todas las medallas. Los chinos y la batalla de las últimas ediciones por la cima del medallero, el gran trabajo de los británicos que se pusieron metas muy alta después de su fracaso en Atlanta 1996, así como el proyecto militar italiano que tantas preseas le deja al país de la gran bota.
Hace una semana en diversos espacios donde participo, no ha parado el tema de nuestro eterno conflicto entre los directivos mexicanos en su lucha por el protagonismo o la justificación constante de los pocos resultados que tenemos para un país con 120 millones de habitantes y que sus modelos de trabajo repletos de corrupción no nos han permitido ser un verdadero país emergente en el mundo de los deportes, la cultura y la idiosincracia aún afectan a la hora de dar el gran paso.
No sabemos trabajar en equipo. Es una realidad. No es de hoy entre Ana y Marijose, era entre Nelson Vargas y Mario Vázquez Raña, Felipe Muñoz y un sin fin de nombres que se suman a la lista del poder y el control de algunos presupuestos, acreditaciones y delirios hasta personales. La falta de un verdadero proyecto en México que enseñe el rumbo integral para que los jóvenes abracen el deporte como un verdadero objetivo de gloria olímpica y no solo como un posible escaparate de nuestra presente tan complejo e inseguro.
Para muestra y como tema medular de esta columna, la poca o nula capacidad que tenemos para armar equipos, las disciplinas que son de conjunto tienen poca representación y logros. Futbol recientemente, baloncesto desde hace más 70 años, algunas ecuestres y párale de contar. No tenemos equipos de waterpolo, de voleibol, de balón mano, basket, hockey, rugby y algunos más.
Estos deportes en los países donde tienen mejores sistemas, permiten que justo sus jóvenes tengan más oportunidades de crecer en entornos de competencia con necesidades compartidas y objetivos que solo se pueden lograr si un grupo de personas jalan para el mismo sitio. Así de claro y contundente. Mientras no fomentemos como país ese trabajo cooperativo entendemos por que nuestros directivos suelen estar separados, gobernantes, asambleas de vecinos y claro que deportistas que no han encontrado un sistema que pueda solucionar y y usar a empujar una cultura de trabajo en equipo. ¡Bienvenidos, bienvenidos! A los días parisinos donde nada cambia, todo sigue igual y me sigo preguntando: ¿los mexicanos sabemos trabajar en equipo?
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