El Club Deportivo Guadalajara no tiene rumbo. Con la salida de Gerardo Espinoza como entrenador, se confirma lo que los aficionados ya temían: Chivas atraviesa una profunda crisis estructural. Y lo más alarmante no es la partida de un técnico más, sino la falta de dirección en uno de los equipos más emblemáticos y populares del futbol mexicano.
Que Chivas no esté presente en la Liguilla de la Liga MX no solo representa una decepción para su fiel afición, sino una pérdida para todo el ecosistema del futbol mexicano. Su ausencia resta atractivo al campeonato: en temas de ratings, ventas de entradas e interés general. La historia lo demuestra: un Clásico Nacional entre un América encendido y unas Chivas competitivas es garantía de pasión, audiencia y espectáculo.
La crisis del Rebaño se intensifica tras nueve torneos en los que, pese a altibajos, el equipo había logrado colarse a la Fase Final. Hoy, sin un liderazgo fuerte ni un proyecto deportivo claro, el equipo de Guadalajara se desmorona. Amaury Vergara tiene la responsabilidad —y la urgencia— de tomar decisiones firmes. La afición ya no vive de promesas: quiere resultados. Han pasado ocho largos años desde su último campeonato de liga, una eternidad para un club de su envergadura.
La salida de Fernando Hierro, quien había logrado cierto orden en la gestión deportiva, dejó un vacío que los directivos no han sabido llenar. Los “españoles de confianza” siguieron operando hasta que Amaury decidió cortar por lo sano al no ver resultados. Hoy, su esperanza está puesta en Javier Mier, hombre de la casa, con experiencia en divisiones inferiores, pero sin el peso mediático ni el respaldo de resultados en Primera División.
Mier ha prometido fichajes de experiencia, estabilidad en el vestidor y un proyecto serio con un entrenador capaz de entender el momento actual de Chivas. Pero no hay margen de error: Chivas necesita resultados, necesita identidad, necesita ganar.
Y, paradójicamente, América también necesita que su eterno rival reviva. Porque el futbol mexicano no puede vivir de un solo protagonista. Porque un Clásico sin competencia no es clásico. Porque para que el América vuele más alto, Chivas tiene que estar de pie.
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