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Gracias, Tuca, te vamos a extrañar...

David Faitelson

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David Failtelson
| 13 Oct, 2015

En la calurosa velada de Pasadena, apenas y movía el bigote. Un par de sonrisas tímidas luego de cada uno de los dos primeros goles. Una mirada fija en la cancha mientras se recargaba sobre la vieja banca del Rose Bowl y los puños bien cerrados cuando cayó el  tanto de Paul Aguilar que bajaba el telón de la jornada. Para el Tuca fue una noche más de trabajo.  Lo mismo que ha hecho en los últimos 25 años. Sólo eso. Para el futbol mexicano, pudo haber sido algo más.

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 Para algunos –y yo levanto la mano– antes y después del “sábado de gloria” que tuvo México en la cancha de Los Angeles, Ricardo Ferretti era y seguirá siendo el indicado. 

El Tuca se despide esta noche de la Selección dejando una sensación de que nunca le quedó bien el “traje de interino” y de que fue siempre el personaje que reunía las características apropiadas para reencaminar el rumbo de la Selección Mexicana. El Tuca se va dejando en evidencia su capacidad para dirigir equipos de futbol, su carácter, su personalidad y la manera en la cual es capaz de influir sobre los futbolistas para sacar sus mejores condiciones. El Tuca se va dejando un sabor agridulce, de haber rescatado un boleto a la Confederaciones, pero dejándonos, otra vez, a la deriva, a la búsqueda de ese personaje idóneo para encabezar a este futbol.

Tras 120 minutos de agonía, emoción, nerviosismo y palpitación extrema, el equipo del Tuca encontró los métodos para sortear lo que una nueva época de incertidumbre en la Selección había complicado. No fue, tal vez, el momento de mayor brillantez que ha tenido un equipo mexicano en los últimos años. Tampoco el rival lo era, un Estados Unidos temeroso y agazapado como nunca antes en su historia moderna, pero la mano del entrenador terminó siendo fundamental para inclinar la balanza: El Tuca y Miguel Mejía Barón idearon una estrategia que de pronto dejó estupefactos a los aficionados,  a los entrenadores y a la mayoría de los expertos: salir a jugar al Rose Bowl con tres delanteros nominales. El primer golpe fue tan sorprendente como magistral. Apenas unos minutos más tarde, la combinación de Oribe, Jiménez y ‘Chicharito’ daba frutos en el marcador. Y luego, hay que decirlo, el Tuca volvió a su expresión máxima del Tuca. Jugó con cierta prudencia que para muchos se traduce en ‘miedo’, pero que para mí puede ser una clara expresión de equilibrio.

Con el rival metido en su campo –principalmente por la formación que México envió desde el inicio– parecía necesario sacar de la banca a personajes que tenían más ideas futbolísticas, más talento que músculos. ‘Tecatito’, Vela, Aquino eran las opciones más viables para terminar de “matar” al oponente. No lo hizo. Trajo a la ‘Palmera’ Rivas y a Güémez, dos hombres de intenciones defensivas y  “cocinó” el triunfo lenta, armoniosa, delicada y también al borde del infarto como acostumbra Ferretti.  Gran parte del crédito lo merecen el Tuca y Mejía Barón. El resto, como siempre, hay que dárselo a los futbolistas. 

Pero incluso en los futbolistas se notó la mano del entrenador. La manera en la cual Ferretti logra recuperar a dos veteranos que salían de lesiones como Rafael Márquez y Andrés Guardado, fue esencial en la noche victoriosa de México. Lo mismo Héctor Herrera, que por momentos recuperó el nivel de juego que había perdido en los últimos meses. 

Termina la era Ferretti y comienza la de Juan Carlos Osorio. El colombiano tiene ahora más presión que antes, porque el aficionado y algunos críticos siempre encontrarán, en una adversidad,  la manera de comparar lo que lograba su antecesor. Tendrá que luchar contra ello y agradecerle al Tuca un legado que le puede servir a él y al futbol mexicano: el boleto para la Copa Confederaciones de 2017.

Y lo del Tuca no sólo se significó a través de sus decisiones en la cancha. También, la calma que generó en el entorno: ninguna polémica, nada de indisciplina, ningún exabrupto, nada exagerado, ni en la presión ni en el triunfo: El Tuca se reconfirmó como uno de los grandes entrenadores de la época y de todas las épocas en el futbol mexicano, un hombre decente, educado, honesto, trabajador que nos hubiera gustado disfrutar más en la Selección Mexicana.  A partir de esta noche, sin duda, lo vamos a extrañar… 

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