Panamá, posiblemente, sea el seleccionado que más ha evolucionado en Concacaf. Pasó de ser un equipo desabrido dentro de la propia zona futbolística a estar presente en tres de los últimos cuatro Hexagonales clasificatorios al Mundial. El pasado, con una actuación que se diluyó de la gloria al llanto en cuestión de segundos en estricto
beneficio mexicano.
Hoy, con total autoridad y con base en sus propios límites de talento y alcance deportivo, ocupa el sitio que en su momento le perteneció a El Salvador o hasta a Guatemala como habituales animadores de la región.
No es para nada un cuadro que meta miedo extremo; sin embargo, es un seleccionado digno que desde la velocidad y el físico ha sabido competir mejor e incomodar a más de uno. Incluido el cuadro azteca, al que se le planta sin temor, de forma ordenada e inclusive con la moral de poder acumular, cuando el encuentro se lo permita, pases consecutivos de manera frontal.
Porque tanto de local como en cancha neutral, Panamá dejó de ser un ‘dulce’ para el Tri. Las últimas Copa Oro son el simple reflejo de una rivalidad, que aunque se marque más en territorio canalero, ya no pasa desapercibida entre Baja California y Chiapas.
Jugar contra Panamá es un dolor de cabeza, basta recordar que una chilena salvadora de Jiménez mantuvo con uñas las posibilidades nacionales rumbo a Brasil 2014. Que en la Copa Oro 2009, Aguirre perdió la cabeza pateando a Phillips. Que en la de 2013 derrotaron dos veces (las únicas victorias en la historia contra México) al conjunto del Chepo, al que eliminaron en Semifinales. O que en la de 2015, un escandaloso arbitraje los perjudicó abiertamente.
Panamá, sus jugadores se han acostumbrado a competir contra México, si bien es cierto que la estadística sigue siendo demoledora en su contra, ellos han logrado llevar al extremo cada uno de los últimos 10 enfrentamientos ante el Tricolor; esto para un país que deportivamente gusta igual o más de otras actividades, suena bien que compitan tan duro frente a una de las dos potencias de Concacaf.
Lógico, como siempre sucedió, sucede y sucederá, ellos saldrán como víctimas en el Azteca, pero más vale no menospreciar ni un solo segundo del partido ante esta escuadra, que de descuidarse, se le subleva a cualquiera en la zona.
Muy sobada está la historia matemática, ya se sabe que México ganando mañana como mínimo tiene asegurada la reclasificación mundialista, el hecho es que al final pase lo que pase en esta ocasión clasificará por méritos propios y sin depender de externos. Situación acorde con respecto a lo que se habla siempre, en cuanto a potencial económico y de talento que poseen las entrañas del balompié nacional.
No porque antes se haya complicado este tipo de ‘torneo’ quiere decir que por solventar con tranquilidad el trámite en esta oportunidad, el logro sea sobresaliente. Debería ser normal, punto.
México no va a limpiar para nada la imagen borrosa que ha dejado en Copa América y Confederaciones por tener una buena eliminatoria. Son niveles y cosas distintas. Así que basta con concentrarse mañana para jugar con entereza y seriedad contra Panamá y seguramente así se estará más cerca de ganar un partido que viene siendo
complejo en los últimos años.
Las demás ‘piñas’ de andar limpiando imágenes y recuperando amor con la grada y otros menesteres, por el momento es vender humo.