Relevancia

Sólo hay un equipo en el futbol mexicano que genere abismales diferencias en la grada. Un cuadro que polarice opiniones y que produzca eternos debates, en su mayoría estériles, sobre su importancia y peso real en la historia del balompié azteca.    

La mayoría lo sabemos, hay que odiarlo o amarlo, muy difícilmente alguien se puede extraer si quiera en realizar una mueca al respecto del tópico colocado sobre la mesa.  

Club que con los años se supo diseñar una estela ostentosa, que varios adquirieron como propia y que presumen altaneros, aunque en sus vidas la realidad les diga otra cosa.  

Un cuadro construido con dinero y contrataciones estrafalarias, bajo el objetivo de competir ante una máquina nacionalista vestida de rojiblanco.

Una institución promovida, enaltecida y protegida por la poderosa industria del entretenimiento. Sin ser grande de entrada, se hizo importante, muy popular y con el correr de los años protagonista y ganador. Ahí empezó a cubrir todos los casilleros que una entidad deportiva debe cumplir para autodenominarse trascendente.  

Su fama lo ha llevado a todos lados. Se le reconoció durante años por el enorme ojo para la contratación de figuras internacionales de alto calibre, así como la formación de futbolistas nacionales de primera categoría.  

Dominaron una década rompiendo récords, llenaron todos los estadios a donde se paraban, vivieron de su gloria y soltura como local, tuvieron y tienen una extrema protección de la derecha recalcitrante televisiva y han sufrido con una izquierda muy marcada que difícilmente reconocerá sus logros. Se estableció en el subconsciente del gran público que no había mejor equipo que ellos pero también que históricamente la mano de los árbitros les toca el hombro.  

Tuvieron monstruos del juego venerados y admirados por muchos que incluso no comulgamos con sus colores. Generaron al último ídolo popular del futbol mexicano y ellos
mismos no le dieron la oportunidad de retirarse en su casa y con los suyos.  

Desde hace tiempo son más una marca que un equipo de antología, muchos de los que hoy tienen su camiseta no entrarían ni en la banca de las grandes presentaciones históricas que en verdad son los que han construido la grandeza de esas paredes.  

Ahora se vive de chispazos y caprichos histéricos, porque incluso cuando ganan, ya no se acercan a los estándares que los anales de la historia les exigen. Porque será difícil volver a rozar los índices de calidad que más de la mitad de los eufónicos y cegados fanáticos que hoy los siguen, jamás vieron en vida.  

Siempre será fundamental que las tradiciones se mantengan y se celebren. Más si se trata de una institución tan importante y polémica como esta. Porque nos guste o no, cuando te aman o te odian, es ahí justamente donde reside tu relevancia.