En la veloz Suzuka, el McLaren de Fernando Alonso palideció ante la velocidad superior de (casi) todos sus rivales. En plena carrera, por radio, el español reclamó furioso al equipo que su auto tiene un motor de GP2. De pena.
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McLaren arrastra por las pistas este año su vasta y lustrosa historia. El segundo equipo más grande de la Fórmula Uno, el gigante británico, al que dieron gloria los Hunt, Senna, Prost, Hakkinen, no es el peor equipo de la parrilla de 2015 sólo gracias al pequeño Manor. Todos sus recursos, su infraestructura, su alineación única con dos campeones mundiales, todo lo que cualquier equipo mediano envidiaría, de nada sirve.
Hace dos años, McLaren no subió a un solo podio y la tormenta desatada al interior de la escudería se llevó al director Martin Whitmarsh y al recién llegado Sergio Pérez; ya quisieran hoy en Woking -sede de la escudería- que su 2015, en el que sólo han sumado puntos tres veces (!), se pareciera un poco al ‘terrible’ 2013.
En la era de dominio que han hilvanado Red Bull y Mercedes, la F1 extraña demasiado al McLaren contendiente. Su crisis, además, tiene como principales damnificados a Alonso y Jenson Button, dos leyendas condenadas, por ahora, a sólo dar vueltas en la pista.
Lamentable.
Nadie esperaba éxito inmediato en el relanzamiento de la fórmula McLaren-Honda, pero seguro nadie esperaba esta catástrofe, mucho menos Alonso, que llegó huyendo de las promesas incumplidas de Ferrari (por supuesto, varios millones de euros terminaron por convencerlo) en busca de ese tercer título mundial que persigue desde hace casi una década.
Hace cinco años, entrada la recta final de la F1 2010, Alonso disputaba mano a mano la corona ante Mark Webber, con un Sebastian Vettel que no parecía una amenaza real. Nadie tenía duda de que Fernando sería campeón con la Scuderia, ya fuera ese año o más tarde. Ahora, un lustro más tarde, nadie puede garantizar que Alonso pueda ganar un Mundial nuevamente. ¿McLaren volverá a la élite? Probablemente. ¿Cuándo? Imposible saberlo. Tal vez el tiempo ya no le alcance al asturiano.