Gary Lineker patentó el concepto, la ley que rige al deporte más hermoso, pero hay que adaptarla a la actualidad profesional: el futbol se juega once contra once y siempre gana el Real Madrid. Sí, lo tendré que reconocer yo, que soy del Barcelona y del Borussia Dortmund.
El merengue es el mejor club de la historia. Eso sí, si tú como yo no comulgas con el equipo blanco puedes hacer un entripado que te dé una recompensa salvadora.
Lo tengo bien medido y entendido: al inicio de cada Champions League, apuesto una buena lana a que el Real será campeón. Así no le pierdo: si lo eliminan se paga con el gusto de saber que no son invencibles ni eternos. Y si se coronan como en Wembley, el cochino dinero me consolará el coraje. Es apuesta segura.
Mi BVB perdonó hasta el hartazgo, se encontró con las grandes oportunidades de una Final pronto, exhibió la falta de empaque de campeón, ese que le sobra al Madrid, le entregó la chance a los españoles, que no saben fallar en las grandes citas.
Con mi apuesta ganada, con un dinero extra en Londres me iré ahora a gastarlo en el shopping o en el pub, gracias a la grandeza del equipo que más detesto en el planeta, el inconmensurable Real Madrid. A tu salud.