Javier Tebas, presidente de La Liga, tiró factos: "La de México es una de las grandes Ligas del mundo, estaría entre las seis mejores", no sin poner un condicionante matón: "…si tuviera un poco de mejor organización", me lo dijo en entrevista para el foro principal del Sports Summit Latam y retumbó en los medios del país. Se quedó corto con lo de "un poco", pues vivimos otro papelón que refuta la visión del español.
Se dio en Ciudad Juárez, una plaza que ganó su lugar en Liga MX a golpe de billetes en la época de Enrique Bonilla, quien aceptó de muy buena gana mandar la franquicia de Lobos BUAP a la frontera. Y se cerró el descenso, si no ya habrían perdido la categoría. Es el peor proyecto, el que más ha pagado en multas de porcentajes y no aporta en afición, pues son el de peor promedio en casa (no llegan ni a 10 mil personas por juego). Pero ahí siguen.
El aviso de tormenta de arena en la ciudad fronteriza estuvo tres días antes del Play In, pero ni Bravos, mucho menos la Liga MX, hicieron algo. Sólo Pumas se atrevió a protestar por las condiciones, en las que el gobierno de Chihuahua solicitó a sus habitantes no salir ni realizar actividades deportivas por salud, se cancelaron y movieron eventos para ayer. Pero no un partido de futbol profesional. Se atrasó una y otra vez, hasta que se jugó aún con la advertencia de Protección Civil.
Encima, tras la frustración del equipo local por caer en penaltis, empezaron los empujones y jaloneos con el Club Universidad, que sólo fue a festejar con los suyos en la grada, una que lució tremendos huecos, pues ni en Fase Final se llenó el maltrecho Estadio Benito Juárez.
Invadieron personas ajenas al partido. Escenario dantesco. De cuarta. Mientras sigan clubes como Bravos de Juárez, que están únicamente gracias a que compraron un lugar, la Liga MX no aspira a convertirse en potencia mundial como visualizó Tebas, sino que se condena a parecer Liga bananera.
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