Checo fue temerario en su decisión al querer irse al frente en los primeros 18 segundos. Se fue por todo y se quedó sin nada. Los que lo observamos al momento, quedamos impactados por el hecho. Se terminó la carrera para los mexicanos que sólo queríamos ver triunfar a nuestro piloto.
En cuanto lo entrevistaron declaró: “Fue muy difícil... me duele mucho, hoy teníamos una buena oportunidad… lo intenté, creo que había que intentarlo... tuve el contacto con Charles y desafortunado porque, pues si te soy sincero, lo volvería intentar”.
Se jugó todo al primer instante, comentó para Fox Sports: “Lo único que sueño es con ganar en casa”. “Es un día triste, tuve una mala largada, solo estaba pensando en ganar la carrera”.
Agradeció en redes sociales a sus seguidores: “Antes que nada solo quiero darles las gracias por todo de corazón, son los mejores fans del mundo. Hoy lo dejé todo en la pista, vi el espacio y arriesgué. No fue culpa de Charles, simplemente fue un incidente de carrera”. Y confirmó que volverá el año que viene al GP de México.
Usemos lo ocurrido con Checo para explicar otra alternativa por la que pudo haber optado: tomar un riesgo calculado.
Cuando hay que tomar una decisión difícil hay tres alternativas en materia de riesgos. La primera es la de no atreverse a hacer nada ante una decisión difícil, quedarse protegido, no arriesgar. Es decir, ir siempre a lo seguro. Esta posición se conoce como el “error de cobardía”. Se refiere a aquel que en cualquier situación simplemente decide protegerse a sí mismo. La experiencia nos dice que este grupo de personas a lo largo de su vida elijen siempre con miedo y demasiada cautela. Lo más común es que logren muy poco.
En segundo lugar están los temerarios, los que deciden arriesgar el todo por el todo. Y les pasa igual que a Checo, o se llevan todo o se quedan sin nada. No es lo que se recomienda normalmente en la toma de decisiones. Son pocos los temerarios que lo logran; la mayoría, probabilísticamente quedarán en el intento. Lo bueno del temerario es que si lo logra ganará por mucho, pero con una alta probabilidad de que, si no lo hace bien, perderá todo y no podrá recuperarse o bien, le tomará mucho más tiempo hacerlo.
El tercer grupo es el decide tomar un riesgo calculado, es decir, asume un riesgo no tan exagerado por lo que, si se equivoca, no será de consecuencias fatales por así decirlo. Se sigue en la competencia, se mantendrá buscando otras alternativas de cómo salir adelante durante la competencia. Además del deporte, el riesgo calculado es especialmente importante en ámbitos como las inversiones, los negocios y la planificación estratégica, donde tomar decisiones sin una consideración adecuada de los riesgos puede llevar a resultados no deseados o incluso peligrosos. En lo económico, por ejemplo, no invierto todo el capital, me aseguro con un poco de ahorro. En un cambio de trabajo, me aseguro no quedar desempleado o si no lo tengo asegurado o tengo en el plan una tabla de salvación.
Aquí algunos puntos importantes a considerar al tomar un riesgo:
- Identificar el nivel de riesgo: Enumerar los posibles obstáculos, problemas o situaciones desfavorables que podrían surgir en una determinada situación.
- Evaluar la probabilidad y el impacto: Determinar cuán probable es que ocurra cada riesgo identificado y cuál sería su impacto en el resultado deseado.
- Desarrollar estrategias de mitigación: Implementar medidas para reducir la probabilidad de que ocurran los riesgos identificados o minimizar su impacto en caso de que ocurran.
- Comparar riesgos y beneficios: Considerar si los posibles beneficios de la acción justifican los riesgos asociados. En algunos casos, podría ser necesario modificar o abandonar el plan.
- Tomar decisiones informadas: Basarse en el análisis de riesgos y beneficios para tomar decisiones fundamentadas y bien pensadas.
Tal vez Checo pudo haber intentado rebasar en un segundo momento menos riesgoso y así ganar la carrera. Solo él y su equipo tendrán que analizarlo con más detalle y aprender de la situación.
Estimados lectores y lectoras: la realidad es que en nuestra vida, por probabilidad, lo mejor es asumir un riesgo calculado. Si vamos a ser temerarios, que sea en algo que no nos desvíe de nuestro proyecto de vida, como en el caso de Checo, que aunque era una carrera importantísima para él, no significa el fin de su trayectoria. Tampoco optemos por la decisión del cobarde, que nunca arriesga nada, seguramente más adelante en nuestra vida nos arrepentiremos de ello. Optemos entonces por un riesgo calculado.
Checo, te esperamos para el año próximo, con el ánimo de verte donde lo deseas: En el primer sitio.
“Revitalízate, vuelve a la esencia de lo que te da el éxito”.