El pasado fin de semana, Héctor Herrera fue expulsado tras escupir al árbitro hacia las piernas en el encuentro entre su equipo Houston Dynamo y el Seattle Sounders. Herrera había sido amonestado tras una fuerte falta sobre el rival y reaccionó de esta desafortunada forma.
El equipo de Texas perdió el partido en la serie de penaltis y fue eliminado del torneo. Este acto ha sido considerado como una fuerte causa de la derrota ya que por la expulsión dejó a su equipo en inferioridad numérica.
Pese a las disculpas del centrocampista en redes sociales, el Houston Dynamo lo corrió a los tres días y no renovará su contrato para el 2025. Cabe aclarar que Herrera había sido elegido como el mejor jugador del Dynamo en la temporada 2023. Una situación de contrastes.
Me permito poner a su consideración algunos de los factores a cuidar con un jugador que reacciona de esta manera ante una amonestación:
- Impulsividad: Al calor del momento se puede provocar la energía de ataque de forma inmediata y se actúa sin considerar las consecuencias de las acciones. La intensa emoción puede nublar el juicio y llevarnos a dar respuestas fuera de control.
- Explosión emocional: Cuando hay frustración acumulada y no canalizada por las circunstancias del partido pueden darse también conductas fuera del contexto permitido. Un ejemplo es que tal vez pueda haber una percepción de inequidad durante el juego y al no ir canalizando dicha frustración se puede llegar a conductas atípicas de agresión.
- Presión del juego: Algunos jugadores carecen de habilidades efectivas para manejar el estrés lo que les lleva también a este tipo de expresiones inapropiadas.
El jugador puede desarrollar la capacidad para darse cuenta y monitorear lo que le está pasando. La respiración y el diálogo pueden mantenerlo ecuánime ante las situaciones de alto estrés. Se requiere un autocontrol preventivo si sabemos que podemos perder el control ante la situación que estamos enfrentando.
Lamento que la carrera de HH se vea señalada por este incidente, deseo desde que sea una oportunidad de reflexión para seguir mejorando y como él mismo lo declaró: “Volver más fuerte”. Por lo pronto le salió muy caro escupir. Se perdió el partido, quedaron eliminados y no se le renovó el contrato. ¿Fue sólo el escupitajo? Seguramente no, pero sin duda fue un factor que precipitó las consecuencias ya descritas.
Estimados lectores y lectoras, la incapacidad para regular emociones intensas, como el coraje y la ira pueden provocar comportamientos reprobables y de muy caras consecuencias. La educación emocional y la práctica de técnicas de autoregulación deben usarse cotidianamente.
“Revitalízate, vuelve a la esencia de lo que te da el éxito”
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