Alejandro Molina Bortoni
Experto en psicología y desarrollo humano que trabajó con la Selección Mexicana durante el proceso de Ricardo La Volpe. Molina llevará los lectores todo lo relacionado a la psicología y el deporte.
Árbitro secuestrado por la amígdala
El árbitro Fernando Hernández propinó un rodillazo al futbolista del León Lucas Romero, en el partido contra el América de la Jornada 13 del Clausura 2023, en el Estadio Azteca.
Los jugadores de La Fiera increparon al silbante por una supuesta mano del portero oponente. Los jugadores rodearon al árbitro para pedir una revisión de la jugada y fue en esa situación que Fernando dio el rodillazo a Lucas mientras le reclamaba de frente. Ha sido un escándalo tanto a nivel nacional como internacional. De hecho, ya ha sido sancionado con 12 partidos de suspensión. ¿Qué falló? ¿Cómo pudo evitarse esta situación?
El árbitro fue secuestrado por la amígdala. Este término es usado por connotado psicólogo y experto en inteligencia emocional Daniel Goleman. La amígdala juega un papel central en el procesamiento de información emocional. Su función es integrar las emociones con los patrones de respuesta correspondientes a éstas, ya sea a nivel fisiológico o a nivel conductual. Dicho de otro modo, regula la carga emocional que se genera en situaciones críticas.
El manejo de las cargas emotivas lo hemos abordado en otros casos emblemáticos como el del 'Piojo' Herrera lanzándose contra el comentarista Christian Martinoli, situación que le costaría su posición como director técnico de la Selección Mexicana.
Cuando nos enojamos y se nos desborda la carga emotiva, la capacidad de pensar disminuye y entramos en un estado en el que gobierna la energía de ataque o defensa. Esto sería de gran ayuda en casos de vida o muerte en el que debemos entrar en defensa de algo altamente riesgoso. Sin embargo, el peligro de no sabernos manejar cuando no percibimos que estamos siendo secuestrados por la amígdala, es que la reacción podría ser excesiva o fuera de lugar como es el caso de árbitro dando un rodillazo a un jugador, que no le aporta absolutamente nada y que le cuesta carísimo.
Conectemos de inmediato con los casos en nuestra familia y equipos de trabajo. En las situaciones que dejamos de pensar, nos volvemos agresivos tanto física como verbalmente. Podemos ofender fácilmente a los que nos rodean por situaciones momentáneas que generarán situaciones muy incómodas en términos afectivos y laborales.
Cada uno de nosotros tiene una velocidad para reaccionar antes de que la carga emotiva desbordada se apodere de nosotros. Esto es algo que podemos aprender y moderar con la práctica adecuada.
Para desarrollar el control de estas situaciones podemos usar algunas alternativas. Primero, aprender a decodificar agresión, es decir, no conectar con la agresión de los demás, el mejor ejemplo es manejar a la defensiva, no estar reaccionando con otras personas que nos avientan el carro y que van desquitándose de otros por su neurosis personal. No reaccionar irracionalmente frente a un niño que llora o hace berrinche porque está cansado o tiene hambre, control y simplemente sacaba la tarjeta. La segunda alternativa, cuando percibimos que nos estamos enojando, es usar la respiración concentrada.
Esto hará que el sistema emocional se estabilice y podremos estar integrados y pensar de forma adecuada. La forma de hacerlo es colocar nuestras manos en el estómago y tomar diez respiraciones inhalando por nariz y exhalando por boca.
Si llenamos los pulmones, percibiremos en las manos el movimiento del estómago al expandirse y poco a poco el sistema emocional se irá restableciendo. La tercera alternativa es verbalizar el enojo, sobre todo en la familia y en el trabajo, más que atacar cuanto estamos enojados, podemos explicar que nos estamos sintiendo molestos y de forma asertiva pedir un cambio de comportamiento en la otra persona o alejarnos de la situación antes de tener una conducta inadecuada.
Estimados lectores y lectoras, trabajemos en nuestra persona para no ser secuestrados por la amígdala.
Ya lo vimos con el árbitro, la vida se complica al dejar de pensar y reaccionar con las cargas emotivas fuera de control. Trabajemos en la intención de ser mejores para no afectar a los que queremos y nos rodean. Hay que asumir la responsabilidad del control. No son los demás los culpables cuando explotamos. Somos nosotros mismos los que debemos desarrollar estas actitudes y habilidades para no caer en una hostilidad innecesaria.
“Revitalízate, vuelve a la esencia de lo que te da el éxito”.