Arrancaba abril de 2010; eran épocas en las que sentía con tremenda dosis de soberbia, que RÉCORD “siempre” se enteraba de todo y marcaba la agenda. Pero la mañana del ocho de abril, en el aeropuerto Benito Juárez, camino a una reunión en Guadalajara, tuve que acelerar las órdenes de trabajo de una cobertura inesperada y fantástica… Javier Hernández apareció en Manchester, junto a Jorge Vergara, con el Old Trafford a sus espaldas y anunció que había firmado para los Red Devils.
Hoy sabemos que con el United jugó 157 partidos, anotó 50 goles y dio 20 asistencias; que sólo en su primera temporada marcó 20 tantos, fue campeón de la Premier y disputó la Final de la Champions League, ante un mítico Barcelona. Pero, con todo y eso, como siempre le pasó, la gente no dejaba de bromear con su futuro y su presente. A quienes le asegurábamos buena fortuna (ahí están muchas, pero muchas columnas y videos en ese sentido) nos tachaban de locos o ignorantes; hubo incluso quienes alcanzaron cierto grado de protagonismo nacional, como Guillermo González, comentarista y directivo de la cadena regiomontana Multimedios, atacando y descalificando sistemáticamente al delantero tapatío.
Y recuerdo esto no porque crea que su nueva historia con sus amadas Chivas será tan exitosa y sorprendente como la que les comparto, sino porque si un jugador tiene esa capacidad de conseguir cosas que pensábamos imposibles (sí, como marcarle a Francia en la victoria mexicana, en la Copa del Mundo del 2010, siendo un novato), ese es justamente Javier.
Pero depende más de un cambio de mentalidad, de una importante reconstrucción interior, que de su preparación física o de una muy complicada recuperación, tras la lesión del ligamento cruzado interior, que sufrió con el Galaxy y que parecía confirmar el final de su exitosa carrera en el futbol.
Desde RÉCORD le deseamos todo el éxito del mundo a Javier y a las Chivas, porque son ellos los que más arriesgan en este reencuentro. Pero también fueron ellos los que más habían ganado antes, cuando siendo un novato lo vendieron por cerca de 10 millones de dólares al fútbol inglés.
Venga, Javier, tú tienes esa pasta rara, escasa, con la que se pueden lograr cosas imposibles y no hablo de ser Campeón de goleo, aunque puedes hacerlo; esta vez me parece que tu deber es sumar en el vestidor, apoyado a los nuevos talentos, compartir esas anécdotas que enciendan los corazones de tus compañeros, enseñarles a veteranos y novatos que las fiestas deben esperar, y buscar retirarte con un Rebaño que sea recordado por años.
Que quede claro, estas líneas son auténticas, tú sabes que no vendo elogios a cambio de entrevistas; llevas años enojado con muchos de nosotros, porque se nos da el balance entre el aplauso y la critica (y porque un representante muy ambicioso y traicionero, te alimentó algunos rencores y eso también lo sabes). Además, a mí ya me pagaste como periodista y aficionado, con tantas mañanas, en sábados o domingos, haciéndonos brincar de orgullo a mi hijo mayor y a mí, o viendo como el menor de mis críos, jugaba a ser tú, con el jersey verde.
Así que por toda esta historia, esta vez no me sumaré a quienes te atacan y critican por sistema, sino a los miles o millones que han apostado el corazón, por tu regreso.
¡Pensemos cosas chingonas, pues!