La vida de las personas puede dar mil vueltas, un día puedes estar destruyéndote a ti mismo con todo tipo de drogas, y al otro estar debutando como boxeador profesional en una pelea transmitida por televisión. Esto fue lo que le paso a Edgar Javier Cuenca Mérida, alias 'El Cariguante'.
Con 34 años y marca de 1-0, Edgar compartió en entrevista exclusiva para RÉCORD el difícil camino que tuvo que recorrer, las adversidades que atravesó y todo lo que luchó hasta lograr debutar como boxeador profesional.
Cuenca es originario de Iztapalapa, una de las delegaciones más peligrosas de la Ciudad de México, en donde comenta que desde temprana edad le tocó sacarse sus primeros "tiros".
"Se me daba, ser bravucón", comenta entre risas 'Cariguante'. "De hecho, en la secundaria una vez me cantó un 'tiro' un chavo, y decía que era albañil, entonces, pues le dimos, si pegaba duro", recordó.
Ya más grande, a la edad de 16 años comenzó a formar parte de una pandilla de su barrio, con quienes se dedicaba a delinquir.
"Lo disfrutaba, disfrutaba ir en bolita, saber que los más grandes tenían las pistolas, pegarle en montaña (montón) a alguien, hasta robarlos", confesó el boxeador.
A temprana edad se convirtió en padre de una niña y un niño, por lo que comenzó a trabajar vendiendo aguas en Tepito y sus alrededores, sin embargo, ahí mismo fue donde comenzó sus problemas con las adicciones y a dedicarse al robo.
"Me ofrecieron, accedí, no me gustó al principio, pero poco a poco te va seduciendo hasta que caí y me volví un adicto a la marihuana", explicó Edgar, quien señaló que también tuvo adicciones a las 'monas', 'chochos' y el alcohol.
'Cariguante' llegó tanto a un exceso de vicios y robos, que su esposa lo abandonó, llevándose a sus hijos, diciéndole "nunca vas a cambiar", una frase que lo hizo tocar fondo, y que lo motivo a reformarse.
Cuenca decidió dejar los vicios y el robo, y se dispuso a comprar unos dulces para luego venderlos en el camión. "Ya no había otra opción, o era dejar de robar y dedicarme a una vida integra, o de plano ser carne de cañón", relata.
Desde entonces, Edgar decidió ayudar a la gente que salía del reclusorio y se dispuso a entrenar duro para conseguir su sueño de convertirse en boxeador profesional, hasta que le llegó la invitación para enfrentarse a un estadounidense a quien se impuso por la vía de las tarjetas.
Actualmente, se le han caído dos peles, sin embargo, él sigue entrenando duro para estar preparado y seguir demostrando que la edad no es un impedimento mientras existe mucho trabajo y perseverancia.