Una fiesta patria tardía fue la que se vivió en la T-Mobile Arena de Las Vegas, Nevada. El recinto que recibió al gran campeón indiscutido, Saúl Álvarez, se convirtió en extensión más del territorio azteca con la presencia de miles de fanáticos que vivían este 30 de septiembre, cuál si fuera día de la independencia.
Si bien, las gradas parecían estar vacías hasta dos peleas antes, las barras se encontraban repletas con los paisanos conviviendo y ambientándose en los que llegaba el turno Canelo.
El ingenio del mexicano es indudable, pues cada uno se las ideaba para apoyar a Saúl a su manera. Algunos llevaban pinturas impresionantes realizadas del tapatío, otros aparecían con banderas, las playeras no faltaron, inclusive, muchos se creaban su atuendo completo basado en el campeón mexicano.
Canelo demostró que no necesita pelear el 15 de septiembre para celebrar entre mexicanos, pues con esta pelea, él hizo que la gente se reuniera y que se viviera igual que si fuera el día de la independencia.