Luego de que el pasado 11 de marzo el jugador francés del Utah Jazz, Rudy Gobert, arrojara positivo por coronavirus, la NBA suspendió de súbito sus actividades en las duelas como medida extrema para evitar contagios. Tras 141 días de parón, la Liga está de vuelta con un modelo burbuja en Orlando, Florida, con la esperanza de concluir la temporada sin sobresaltos.
Lakers y Bucks se encontraban a la cabeza en la Conferencia Oeste y Este, respectivamente, pero tras la pausa, será un comienzo prácticamente desde cero y con la presencia de solo 22 de los 30 equipos que conforman la Liga -al no haber hecho el viaje a Disneyworld los ya eliminados- con la mente puesta en hacer historia como el primer campeón durante la pandemia.
"Tenemos esperanzas y estamos seguros de que si todos cumplen con los protocolos, podremos coronar a un campeón esta temporada”, dijo en una teleconferencia Mark Tatum, Subcomisionado de la NBA y Director de Operaciones.
"Para aquellas personas que sugieren que quien gane el campeonato este año debe tener un asterisco, el campeón será un verdadero campeón porque habrá tenido que pasar por muchas adversidades para llegar a esa meta”, insistió.
Para llegar a este punto en el que la gran mayoría de los jugadores accedió a formar parte de la burbuja y disputar el desenlace de la temporada enclaustrados con estrictas medidas de seguridad y un control que roza el totalitarismo, hubo arduas negociaciones respaldadas por una infinidad de pruebas que garantizan el bienestar de los miembros de este experimento sin precedentes.
"Sabemos que permanecer en el campus requiere enormes sacrificios”, comentó Tatum. "Estamos tratando de crear una sensación de familiaridad para los jugadores. Nuestros jugadores son atletas de clase mundial y se adaptarán a ese entorno (sin fanáticos). Diría que, en el caso de los fanáticos, vamos a intentar replicar la experiencia en la arena”.
Y es que a diferencia de la disputa contractual que mermó el reinicio de la temporada de Grandes Ligas, la NBA sí logró tener un discurso convincente, además de que sus limitados rosters facilitaron la creación de una burbuja a la que no tienen acceso los ligamayoristas debido a sus extensas plantillas.
"No podríamos hacer esto si no tuviéramos una relación de trabajo increíble con los jugadores. Tenían que estar de acuerdo en que las condiciones serían seguras, e incluso en torno a los mensajes de justicia social, eso fue en complicidad con los jugadores también”, puntualizó.
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